El lamentable suceso de Villa Gesell en el que falleciera el joven Fernando Baez Sosa tuvo en los medios, un denominador común: la palabra rugby.
Como a su vez, la imprescindible vinculación entre el hecho delictual y el o los autores está en ciernes, esa inclusión resuena al menos, injusta.
Sobre todo porque considero que no se trata de una mera pifia periodística, sino de malintencionado ataque por pésimos profesionales mediáticos, que para dar mayor volumen a la lamentable noticia, involucran un deporte que se distingue precisamente en sentido contrario a la noticia, por ser formador en valores, respeto, disciplina y apego a la norma, que mas de diez mil voluntarios despliegan a lo largo y ancho de nuestro país.
Sepan entonces estos señores periodistas que el rugby -esencialmente amateur- que normalmente arranca en la infancia, grava a fuego el respeto a la norma (sea cual fuera) y su administrador ocasional (árbitro), desterrando reproches y excesos. La ley y su intérprete navegan sin tormentas; etiqueta que no suele verse en otras disciplinas y/o activdeades de conjunto.
Claro está que por ser un juego esencialmente de contacto, los deportistas se preparan con rigor (gimnasios, dietas etc), que obviamente los diferencia. Pero esa condición física y despliegue de conjunto, están lejos de transformarse en bandas callejeras capaces de cualquier desmán como pareciera deducirse de la redacción. Y mucho menos para agredir en masa a un indefenso.
Entonces, aquél individuo o grupo que delinque comportándose como la peor alimaña, cobardía, ventaja y alevosía, arrastra un problema de cuna que nada tiene que ver con el rugby.
Quien es capaz de un ataque como el que padeció Fernando, no merece otra calificación que delincuente a secas, que corresponderá juzgar sin rótulos.
Mencionar gratuitamente al rugby no solo es injusto sino que además agrede a esos miles de formadores amateurs que trabajan en clubes de todo el país.
Delincuentes hay de toda procedencia: profesionales universitarios, religiosos, políticos, periodistas etc, donde sí suele haber bandas repudiables que delinquen y matan en masa. Pero no en el rugby, donde insisto, padres y cultores trabajan para formar personas en cofradía que amerita máxima tutela por ser ejemplo de entrega desinteresada, que dista de delincuentes violentos que merecen condena social y judicial.
Dr. Carlos María Ascua
Ex presidente de la UER