Patricio Albacete desnudó las miserias que afectan al rugby argentino detrás de las bambalinas del Rugby Championship. Jorge Búsico fue a fondo en su espacio semanal en Rugby Fun y analizó lo que ocurrió desde que el segunda línea mostró las garras contra la dirigencia.
Voy a empezar este post con una autocrítica.
Escribí acá y en otros lados que estos Pumas 2012 estaban unidos y que ese era uno de los factores más sobresalientes del equipo. Algunos últimos hechos demuestran que no es tan así. Me dijeron un par de personas: “Fijate en las publicidades”. Me cuesta creerlo aún.
Escribí acá y en otros lados que confiaba en que todo este proceso alrededor del Rugby Championship iba a tener transparencia y que empujaba para adelante. Algunos últimos hechos demuestran que no es tan así.
Escribí acá y en otros lados que Los Pumas podían ganarles de locales a los All Blacks y a los Wallabies. Los hechos demostraron que estaba bastante errado. Pero, al fin, aunque se haya tratado de una equivocación, es menos seria que las dos anteriores porque se trataban de partidos y en 80 minutos todo puede ocurrir. Existen los imponderables.
En la cresta de la ola, en plena euforia por las actuaciones que venían teniendo Los Pumas, sobre todo después del empate ante los Springboks en Mendoza y del excelente partido que le jugaron a los All Blacks en Wellington, empezaron a explotar las bombas. Primero, la estafa interna en la UAR por una suma que todavía no se conoce, pero que sobrepasaría los 2 millones de pesos. Más tarde, el jueves pasado, las duras críticas hacia la dirigencia de Patricio Albacete, a quien nadie le podrá discutir su representatividad en el seleccionado. Ambas notas fueron publicadas por el diario La Nación que, vale destacarlo, es sponsor de la UAR, pero no mezcló en este caso el negocio con el periodismo.
En esa misma edición del jueves en la que salió el reportaje a Albacete, efectuado por Santiago Dapelo, Claudio Cerviño, uno de los responsables del suplemento de La Nación Deportiva, escribió una columna brillante, poniendo el ojo en el lugar más incómodo, apuntando al poder. Entre otras cosas, Cerviño opinó que no era prolijo que Agustín Pichot haya estado en el banco la noche del test con los Wallabies y que tampoco era prolijo que Rodrigo Roncero, siendo jugador, formara parte de un negocio con la UAR, a través de su empresa Play Patagonia.
La primera reacción oficial fue la de Pichot. A través de Twitter (su cuenta es ÅP9_), esa misma mañana. Ahí escribió: “Qué lindo despertar y ver La Nación. Mucha investigación, espontánea…Sin armar lío…Todo cambia”. Unos minutos más adelante, agregó por la misma vía: “Igual tiene razón Cerviño, no debería haber estado en el banco”. Y más tarde, ante una pregunta de un seguidor suyo, acotó: “¿Alguien que no sigue rugby desde el 87? ¿No es raro?”.
¿Qué es lo raro? ¿Qué un periodista dé un punto de vista sobre algo? ¿Raro es que escriban lo que no gusta? Pichot tiene buena memoria y también buenos informantes. El “no sigue rugby desde el 87” refiere a Cerviño, que cubrió para La Nación el primer Mundial de rugby, jugado precisamente ese año. Lo que quizá ignoran Pichot y sus informantes es que Cerviño –aclaro: soy amigo de él y todos saben que colaboro para La Nación- es un periodista con todas las letras, de aquelllos –lamentablemente no existen muchos hoy- que leen todo, se instruyen, que van más allá de lo instantáneo o lo efímero, que no se cuelga ni de las victorias ni de las derrotas para basar su opinión y que tiene una pluma envidiable.
Muchos rugbiers –y en general pasa con todos los deportistas- creen que un periodista para escribir sobre rugby debe saber quién es el 15 de Samoa o conocer los secretos del scrum. O hablar todos los días con los protagonistas para saber si están lesionados o no o si están por fichar para algún club. No es así: el buen periodista está capacitado para escribir sobre diversos temas. Cerviño es uno de ellos.
Pero el caso es que se puso foco en Cerviño y no en lo que dijo Albacete. Y acá es donde empieza a derrumbarse aquello de un equipo unido y, también, lo de los valores que tanto –a veces hasta el cansancio- se resaltan de Los Pumas por intermedio de nosotros mismos, de los medios y de las campañas publicitarias.
En el reportaje a La Nación, Albacete rescata todo el tiempo al grupo –jugadores y staff-, pero lo cierto es que nadie ha salido a respaldarlo públicamente. Siguió Pichot, a quien el Pato no menciona en su nota, pero todos sabemos que están enfrentados hace rato. También en Twitter, con dos mensajes: “Me llamaron los que me tenían que llamar, con eso alcanza” y, casi sobre el cierre de ese día, y ante el silencio oficial de la UAR, “Los jugadores tuvieron todo y más. De eso no tengan dudas”.
Ex compañeros de Albacete en Los Pumas, hoy convertidos en comentaristas y noteros en la televisión, también lo dejaron solo anoche en el programa Scrum, que se emite por ESPN +. Deslizaron que el segunda línea rompió el grupo, que todo va a explotar ahora en la ventana de noviembre y que de esas cosas no se tiene que enterar la prensa.
Resulta extraño ver a Pumas que estuvieron tantos años luchando contra la dirigencia que ahora se pongan del lado de la ella y no del jugador. Y también lo son algunos otros argumentos. ¿Está mal que un jugador critique a la dirigencia y no que un jugador haga negocios con la UAR? ¿Cuál es la vara de los valores que tanto se enuncian? Lo mismo para otras situaciones de los últimos tiempos. ¿Se lo echa a Porta por criticar a los dirigentes y no se echa a nadie por una estafa millonaria a todo el rugby argentino?
Quizá Albacete no debió hacer público todo lo que dijo. Es verdad que esas cosas son mejores arreglarlas adentro. Pero en la nota él dice que ya lo habló en el grupo. También es cierto que no deja bien parado al capitán, Juan Fernández Lobbe, quien debería ser el encargado de ponerse al frente del reclamo, porque, por otra parte, nadie ha desmentido lo que dijo el segunda línea.
Esa fractura también se evidenció en un tweet de Rodrigo Roncero, quien le agradeció a Pichot que haya estado en el banco en su partido de despedida y les pregunta sólo a Juan Hernández y a Juan Leguizamón si a alguno le molestó. Hernández le contestó que no.
Aquí otro tema, reconocido por el propio Pichot: ¿desde cuándo un jugador le pide a un dirigente –eso es ahora Pichot- que esté en el banco para su último partido que es nada menos que un test por los puntos contra los Wallabies? ¿No es un exceso? ¿No es dejarlo mal parado al mismo Phelan? Coincido con Cerviño: es al menos desprolijo.
Pichot, quien fue el factor determinante, qué duda cabe (lo he felicitado personalmente por ello), de todo lo que provocó el Rugby Championship, ha tenido un exceso de protagonismo alrededor de ello. En su libro El Juego Manda, que se los recomiendo, habla del control; de cómo no perdió ni un detalle en el colectivo que llevó a Los Pumas al Bronce del 2007. Pero Pichot ya no juega. Ahora es dirigente de la UAR, y su figura trascendió a la del equipo. Apareció en todas las publicidades, en las notas, en el micro, adentro de la cancha, en el vestuario, en los hoteles, al lado de Scioli y, por último, en el banco. Mucho para una sola persona.
Lo cierto es que algo fuerte se ha derrumbado. No hay plantel unido y ciertos valores no se respetaron. Al otro día de la nota a Albacete en La Nación, Olé publicó lo que ganó cada jugador en el Rugby Championship: 44 mil dólares. La cifra, puesta en este contexto, suena hasta obscena –no quiere decir que no merezcan ganar ese dinero- para la realidad de todo el rugby argentino. Esto no es el fútbol, donde los chicos de 15 años ya tienen un contrato. Ni el tenis, donde los padres llevan a sus hijos con el objetivo de salvarse para toda la vida. El rugby es, en su enorme mayoría, un deporte que en la Argentina se juega sólo por la pasión y donde en vez de llevarse, se pone. Los que juegan en los clubes, a los cuales el 99 por ciento todo esto les pasa muy lejos, defienden la camiseta tanto como Los Pumas.
Es una lástima que tantos jugadores del seleccionado, que hacen lo suyo en silencio, con respeto, hayan quedado en el medio de esta disputa que, sin dudas, no terminará acá. Tampoco es nuevo. La historia de Los Pumas, en los 60, en los 70, en los 80, en los 90, en el nuevo milenio, registra decenas de estos conflictos. Lo que ocurre es que este momento es crucial. De la forma en la que está armado, si se cae el plan que engloba al Rugby Championship, el rugby argentino sufrirá serias consecuencias.
Vivimos en un país binario. En todos los órdenes. Seguramente, después de este post pasaré al bando de los fundamentalistas del amateurismo. Como antes pasé al bando de los profesionales. En ambos casos, deslizaron que cobraba por ello. Uno lo escribió hoy en mi blog. Llegó a elucubrar que lo apoyo a Albacete porque tengo un aviso del Standard Bank… Otro me escribió en Twitter que salí a hablar porque “se te cayó la pauta de AP”. Pero eso es lo menos importante. No sé cómo seguirá esta historia. Lo que estoy seguro es que ya nada es como antes. O como, erróneamente, lo creía. Ojala también me equivoque en esto.
Jorge Búsico
Fuente: http://www.rugbyfun.com.ar