Seguramente una de las mayores destrezas que pueda alcanzar un jugador de rugby es: pasar, transmitir la pelota (y no ir “fácilmente” al piso con ella”), justo en el momento de recibir el o los tackles.
Situación en la cual se conjuga habilidad, toma de decisión (que casi siempre en el rugby es en segundos y cada vez peor, ahora ni hablar con los últimos cambios) que va relacionada con la lectura de juego previa: visión periférica (hay ejercicios que parecen medio tontos y no lo son para nada), percepción del apoyo y al mismo tiempo la posición dinámica de los rivales (tal vez lo vemos ahí y en el momento del tackle que todavía no hay off side aparece interceptando la pelota, porque el rival también hace su lectura de juego, en su papel de “pescador en este caso”) y por su puesto y como en toda acción que caracteriza a este deporte la cuota de hu….., digo de actitud, de animarse a hacerlo (en este caso arriesgarse a pasarla sin tener “todo controlado”, el tackle de por sí, desestabiliza), más allá de que me lo indique la cabeza.
Esto le da fluidez al juego, lo hace lindo, vibrante, dinámico, entretenido (tanto para jugarlo como para verlo). Es cierto, se arriesga, pero para eso están los mil entrenamientos que lleva encima un jugador de plantel superior, pero esto no justifica jugar mezquinamente, incompletamente, más en un deporte tan vasto, tan rico. Por todas estas cosas es que hablamos evidentemente de un deporte distinto al resto. Lejos, lejísimo de ser un deporte de brutos o como despectivamente quieren llamarlo algunos gamberros o detractores que nunca faltan por otro lado. Es un juego de muchísima estrategia y por su puesto de contacto, pero quizás acá se destaque (entre uno de los tantos aspectos diferenciales) un buen entrenador. El entrenador que nos prepara como jugadores íntegros, completos, concibe a la situación de contacto como una consecuencia del juego, y es por ello que sabe que tiene que proveernos de un muy surtido conjunto de herramientas.
Ir ex profeso a buscar el choque, puede ser excepcional, alguna situación particular del juego, alguna jugada preparada, pero debería ser raro, lo que se busca es ganar un flanco (ataque profundo o tal vez por el centro de la cancha), buscar y “colarse” por un hueco encontrado en la defensa, superar en habilidad/velocidad (ataque desplegado), etc., etc. Por eso es que se enseña y se insiste tanto en las divisiones infantiles y juveniles en educar y estimular destrezas, habilidades, toma de decisión en distintas fases del juego /momentos del partido, sectores de la cancha, con más o menos espacio, en superioridad o inferioridad numérica.
No llega un jugador a primera y hace todo esto bien naturalmente, aunque que están por su puesto, los superdotados. Pero lo lógico y lo que en la mayoría de los casos sucede es que un jugador que fue bien preparado técnicamente y se le enseñó de estrategia y táctica, de uso de la mano y del pie, etc., llegue a plantel superior o primera y no sienta presión al menos por estos aspectos. El jugador se va a sentir seguro de lo que ha aprendido, más el entusiasmo ahora de poder volcarlo en las divisiones superiores de su club y por su puesto el apoyo del resto, lo más probable es que se adapte rápidamente y aporte, casi sin darse cuenta, todo su bagaje (incorporado a través de los años) técnico-táctico a su equipo.
Creo que como para cerrar valga este ejemplo o modelo reciente disfrutado durante el partido de Los Pumas contra Gales del pasado sábado 10 de noviembre: después de un lindo continuado de Los Pumas, de varias fases y con delanteros y tres cuartos involucrados, le llega la pelota a Leguizamón (tal vez uno de los mejores 7 del rugby mundial, más ahora después de lo que hizo, que era casualmente su punto flojo, otro tal vez sea el juego aéreo) y seguramente todos pensamos que iba a ir a chocar y terminar, seguramente después de ganar algunos metros, yendo al piso (esto, sabemos, hace que el apoyo se pase, se torne algo más lento el juego, en fin, puede seguir la jugada, pero sin dudas no es lo mismo)……NO, para grata sorpresa, el potentísimo tercera línea, al tomar contacto con el rival, logra liberar la guinda. A quién?, nada más y nada menos que al capitán ‘Corcho’ Fernández Lobbe, un dúctil (ex seven UAR antes de Pumas 15), un entendido en esto de recibir a la carrera y saber qué hacer con la pelota “antes de”. Este sí uno de los mejores 3ras del mundo. No nos sorprendió y, también sobre el contacto (creo que doble marca, porque la jugada trascendía ingresando ya a las 25 yardas rivales más o menos por el centro de la cancha), habilita formidablemente a Imhoff, que viene en apoyo con el manual recién leído abajo del brazo, profundo, bien desde atrás (total “patas te sobran” le habrán dicho más de una vez sus entrenadores y/o compañeros) con una decisión/convicción propia de wing de raza, con ese hambre y esa pimienta que ya al tocarla o viendo lo prolijo del pase (poca o nula posibilidad de knock on), decía, ya sabés (al presenciar este desenlace) que como mínimo esa jugada termina a centímetros del ingoal. Pero, apareció un fórmula uno, recién salido de boxes, imparable, incluso para el excelente full back galés. Gran try PUMA y con lección de continuidad de juego incluida.
Por Mariano Lemoine, desde Mendoza, para Tercer Tiempo