En un año trascendental tanto para su carrera deportiva como para su vida, Nahuel Lobo contó cómo fue el recorrido de su exitosa temporada. Para hacerlo, el chajariense no dejó de lado sus principios ni sus orígenes. Destacó la importancia de su familia y amigos. El Club Atlético Estudiantes, Pampas XV, sus lesiones, Montpellier y el debut con Los Pumas fueron para él, la esencia de un 2012 inolvidable. Con tan solo 21 años, a Lobito le espera aún, un futuro inmenso. Gabriel Baldi
Para alcanzar un objetivo, yendo por el buen camino, hay que tener talento, sacrificio y una cuota de suerte. Nahuel Lobo tuvo en su corta pero valiosa carrera esas tres características. Al chajariense nadie le regaló nada y por propia voluntad, con el incondicional apoyo de su familia y amigos, fue consiguiendo todo lo que se propuso, esquivando obstáculos y haciéndole frente a las adversidades que paso a paso fue logrando superar.
Por su humildad, madurez y por ser ante todo una excelente persona, Nahuel es dueño de un presente fantástico.
El ex Curiyú visitó la Redacción de El Diario y dio cuenta del intenso año que tuvo, en el que llegó a cumplir el sueño de cualquier rugbier: jugar en Los Pumas.
-¿Qué balance hacés de este 2012 que está concluyendo?
– La verdad, fue una temporada increíble. Había comenzado de la mejor manera, siendo parte de la lista Seniors de la UAR. El año anterior había sido muy bueno ya que disputé el Mundial Juvenil en Italia, lo cual era algo muy anhelado para mí. A principios de este 2012, me salió la oportunidad de jugar con los Pampas XV la Copa Vodacom. El equipo llegaba de salir campeón de ese torneo sudafricano y sinceramente estaba sorprendido por cómo estaban apostando por mí. Hice la pretemporada muy a conciencia. Fue un entrenamiento muy intenso, que sufrí un montón. Dejé todo por poder estar en las mejores condiciones. Ya en Sudáfrica, en el segundo partido nomás, tuve la mala suerte de lesionarme y tener que volverme. Cuando estaba casi recuperado de la clavícula me enguincé la rodilla derecha entrenando con Estudiantes. En ese momento realmente me pinché mentalmente. Pensé hasta en tirar todo por la borda. Pero gracias al apoyo de mi familia y mis amigos seguí luchando. Fue un momento duro. Estuve seis meses parado y había hecho todo de la mejor forma. Tenía mucha bronca. Después, al volver a levantar cabeza, con algunos partidos en el CAE se me abrieron casi de la nada las puertas del Montpellier francés. Me tomó todo muy de sorpresa y tuve que tomar la decisión rápido. Nunca lo dudé y me fui a sumar experiencia ahí. Era algo alucinante. De un día para otro iba a ser entrenado por Mario Ledesma y Fabian Galthié y a jugar contra mis ídolos y compartir el equipo con jugadores de Los Pumas. Me costaba caer. Mi objetivo allí fue conocer de que se trataba el rugby profesional, entrenarme. Casi sin proponerme jugar, tuve minutos en el Top 14 y la Heineken Cup. En Francia fue duro adaptarme a algunas cosas, lejos de todo. Siempre tuve la ilusión de jugar en el seleccionado argentino mayor y tenía en mente reacomodarme para la próxima temporada, como para poder ser considerado en algún combinado de la UAR.
Cuando menos lo esperé, me citaron para integrar el plantel de Los Pumas en vistas a la ventana internacional de noviembre. Y así, es como termino el año habiendo cumplido un sueño. Fue por lo que me fui de casa a los 16 años. El balance de todo es más que positivo.
– ¿Qué sentiste compartir una cancha con jugadores que siempre admiraste?
– Cuando me tocó caer sobre todo lo que me tocaba atravesar en el profesionalismo y demás, fue un shock. Una sensación inexplicable. Debutar en Montpellier a los 21 años y enfrentar a jugadores que toda mi vida vi por televisión fue espectacular.
Y respecto a Los Pumas, sin palabras. Simplemente, puedo decir que muchos de los jugadores con lo que compartí la misma camiseta, fueron los que me inspiraron a llevar adelante años atrás este sueño de jugar en el seleccionado y ser un rugbier profesional. En la concentración que tuve con el equipo, en Lille, le dije precisamente eso al plantel. Les conté sobre mis inicios, sobre como es Chajarí, Curiyú, de donde salí y todo lo que peleé por estar acá. Muchos me miraban hasta sorprendidos. Les hablé de todo lo que pasé, de lo bueno y lo malo. Pasé varios malos tragos, pero gracias a eso fue que pude ir superándome, les dije. Y no me importaría volverlos a pasar si al fin y al cabo me sucede lo que me toca vivir hoy.
Siempre le hice saber al grupo la felicidad que sentía y lo agradecido que estaba por tener la oportunidad de estar con ellos.
-¿Cómo fue el momento del debut con Los Pumas?
– Inolvidable. La semana previa al Test Match con Francia no había dormido casi nada. No podía pegar un ojo por la ansiedad que tenía. Me sentía orgulloso, emocionado. Esa semana no había hablado con mi familia, porque sabía que iban a estar tan ansiosos como yo y no quería ponerme nervioso.
La noche anterior al debut, finalmente no me aguanté y los llamé por teléfono. Eran las 2.30 de la mañana en Argentina y sentí en ellos una felicidad inmensa. Fue mutua. Les conté todo lo que estaba viviendo y me decían que me sienta tranquilo.
Al principio me costó adaptarme a algunas cuestiones referidas al juego, pero me senté con algunos de los jugadores y les pedí ayuda y con muy buena predisposición me la brindaron. Compartí la habitación en la primera concentración con Francisco Gómez Kodela y la segunda con Bruno Postiglioni.
-¿Sentís que cumpliste con tus expectativas en los dos partidos que disputaste?
– Me siento conforme. En lo personal, creía que quizás el rigor físico iba a ser más duro. Cuando entré a jugar, no me sentí tan mal. Creo haber cumplido. Estar en Montpellier me ayudó mucho. Aprendí de qué se trata el roce y la dinámica de este tipo de partidos.
-¿Te ilusionás con jugar el Rugby Championship y el Mundial en 2015?
– Si te digo que no, te estaría mintiendo. Sería algo fantástico y claro que por eso voy a pelear también. Cueste lo que cueste voy a luchar para conseguir esto y todo lo que continúe proponiéndome. Lo que quiero ahora es seguir creciendo, nunca voy a bajar los brazos.
-¿Qué esperás de tu futuro, ahora nuevamente en el rugby argentino?
– Decidí volverme al país porque como todo club grande, como es el Montpellier, pueden contratarte pero no asegurarte que juegues. Y la verdad que lo que necesito es jugar. En Montpellier lo veía difícil. No porque no me tenga fe, sino porque hay muchos primeras líneas y varios argentinos. Aproveché la oportunidad de que me hayan ofrecido volver al sistema del PLADAR y creo que no me voy a equivocar. De acá es de donde salí y siempre es un placer volver. Voy a estar más cerca de mis seres más queridos. Sé que no me tengo que desesperar en cuanto a lo económico, más con la edad que tengo. Si hago las cosas bien, pueden llegar todavía cosas mayores. Pero soy consciente que no puedo ni debo bajar los brazos. No tengo nada regalado y si quiero seguir dentro del sistema debo esforzarme al máximo.
Si surge la posibilidad en algún momento de volver a Europa lo haré, pero no ahora.
No me imagino de aquí a un par de años. Algo que también me gustaría sería en alguna oportunidad probar suerte en el hemisferio sur, pero en síntesis, mi anhelo es vivir del rugby, que es lo que me gusta.
NAHUEL, ÍDOLO. La fama y el reconocimiento popular va calando hondo en Nahuel Lobo. Con una muestra de satisfacción y gran humildad en su rostro, contó una anécdota reciente que lo marcó a fuego.
“Hace unos días en el consultorio de mi kinesiólogo y amigo Tulio Barachini, un chiquito de Tilcara se estaba tratando porque se había quebrado la tibia y no se animaba a caminar. Entonces, Tulio le decía que si seguía sus recomendaciones me iba a poder conocer a mí, porque yo hice lo que él me dijo para recuperarme y jugar en Los Pumas. El nene, ilusionado, empezó a caminar. Por lo que le reclamaba a Tulio que cumpliera con su promesa y le hiciera conocerme. Y justo, de casualidad, el lunes fui al consultorio y estaba el chico…
Sinceramente, al enterarme de todo esto me temblaron las piernas. Nunca me imaginé llegar a algo así. Al nene le llevé una camiseta mía y el reconocimiento con la alegría que denotaba en su rostro, me llenó de felicidad. No podía creerlo.
Esa actitud, me sirvió para llegar a la conclusión de que para algunos jugadores más chicos somos un ejemplo y eso nos implica a nosotros un gran compromiso y una responsabilidad”, concluyó.
Al referirse a sus propios ídolos, el primera línea señaló: “Cuando empecé a jugar al rugby, mi ídolo era mi primo, Sergio Dellorto. Después cuando comencé a observar a Los Pumas, mi ídolo o referente deportivo pasó a ser Rodrigo Roncero. Siempre veía sus partidos y su manera de desempeñarse.”
LA FAMILIA.
“Mi familia es todo en mi vida. Se compone por mi mamá, Norma Beatríz Dellorto; mi papá, Juan Carlos Lobo y mis dos hermanos, Juan Jesús de 24 años y Selena Nicole de 12.
Ellos estuvieron atrás mío en todo momento y gracias a ellos actualmente puedo vivir algo tan lindo como lo que me pasa. Nada fue fácil para mí y me costó ganarme todo lo que fue cosechando pero al final de cuentas fue por alcanzar mi gran sueño. Sacrificio, fue el que hizo mi familia al respaldarme siempre.
Tuve una infancia muy feliz en Chajarí. Siempre estuve ligado al rugby aunque recién a los 14 o 15 decidí que quería dar todo por el rugby y mi familia lo entendió. A los 16 años me vine a Paraná. Me enamoré del club Estudiantes y me hice muy amigo de los chicos de mi camada, la ’91. A ellos y a mi primer entrenador, Juan Cruz Mathé, también les debo mucho. Fueron duros mis primeros momentos en Paraná.”
EL MENSAJE.
“Puedo decir que cuando alguien quiere llegar a algo, debe desearlo con locura. Porque quizás en el camino pasen cosas lindas pero también malas y uno nunca tiene que perder de vista ese objetivo. Y creo que de las malas es de las que uno más aprender. Y después, simplemente hay que animarse a soñar. Soñar con cada momento. Imaginar, idealizar, creer. Solo eso. Sin miedo a nada. Es cuestión de perseverancia y sacrificio. Nada es imposible.”
Foto 1: Gustavo Cabral (El Diario)
Foto 2: Prensa UAR