La intención, una vez más, es tratar de resaltar el esfuerzo, la cantidad de horas dedicadas, muchas veces con escasos o nulos recursos económicos o materiales, que tantas personas fanáticas a ultranza del rugby, dedican a sus queridos clubes.
En muchos casos, no peyorativamente, pero al menos sí de manera poco profunda o como a la pasada, es más fácil rotular, al referirnos a ciertas cosas, como grandes o chicas (y de ahí las comillas del título), cuando en realidad estamos teniendo en cuenta ciertos aspectos o caras de una realidad, que a veces, viéndola como un todo, ese adjetivo pasa a ser el antónimo justamente.
Y éste creemos que es uno de los casos que grafica esta tendencia. Cuando hablamos de club chico o grande, en general estamos teniendo en cuenta sólo realidades tangibles, estructurales, materiales, numéricas o contables (cantidad de socios o logros deportivos por ej.), de instalaciones y tal vez también de historia y otros aspectos importantes sí, pero no determinantes. Un club, creemos que es grande, independientemente de otros factores que por su puesto inciden, cuando su gente es de espíritu grande, cuando sus adeptos han sabido capear la adversidad y sin chistar le siguen poniendo el pecho a las balas.
Porque en definitiva un club es su gente. Y si tienen que ellos mismos ir a pintar la cancha, ponerle los precarios ´protectores’ a los palos, hacer fuego en el calefón a leña, abrir o cerrar club, ‘cantina’, regar (en los casos de contar con derecho de riego, estar atentos a todo lo concerniente a esta tarea), ser dirigente, jugador, entrenador y árbitro, todo al mismo tiempo, y tantas ocupaciones más (porque en la mayoría de los casos hasta puede que se ofendan si les nombrás la palabra trabajo…….’esto uno lo hace por amor, convicción, años de…….cómo uno va a cobrar por su club’, seguramente encontraremos entre las respuestas a esta interpelación), decíamos, tantas nobles tareas realizadas con tanto empeño y cariño y durante tanto tiempo en muchos casos………. Y sólo por amor al arte se podría decir (y con cuánto ‘costo de oportunidad’ dejado de lado), que en realidad es, a sus amigos, a su reducto que, en lo más íntimo, es considerado como segunda casa, a todo eso más intangible que concreto, pero que se lleva bien adentro y no se mide ni cuantifica, ni se negocia ni se cambia por campeonatos ni logros deportivos de ningún tipo (es probable que un club ‘chico’ nunca haya ganado un campeonato o una competencia en ninguna de sus divisiones, salvo en la del honor y en la del culto a la amistad y en ese tipo de cosas). Esto es trascendental, queda, deja huella. Aún después de que todos estos hombres ejemplares ‘partan’ de esta Tierra, alguien los recordará para siempre y sabrá seguir sus pasos y nobles y desinteresadas enseñanzas! Tanto silencioso ejemplo detrás de un ‘simple’ deporte.
Y como siempre, tanto para aprender de los ‘más chicos’.
Gracias por ser ustedes parte de esa gran viga de fundación que sostiene a todo el gran edificio que se llama rugby, con algunos departamentos de última generación, relucientes y que llaman poderosamente la atención de muchos, pero construidos sobre piedra firme!
La mayoría de los clubes han arrancado como han podido, y más como suma de voluntades entusiastas que como suma de hectáreas, canchas, o cierta infraestructura (de básica a muy precaria, y solo en contadas excepciones algo más). Y ni qué decir de las aspiraciones en cuanto a triunfos, campeonatos o ‘buenas’ divisiones o ‘buenos’ jugadores; todo eso, estos fundadores o pioneros de tantos clubes, ni lo pensaban ni lo inculcaban, sabios y visionarios en esto como en tantas otras cosas de fondo (y no de forma), promulgando fundamentos formativos, proclamando el hacerse amigo, compartir, dar……… y muy como no queriendo ni hacer referencia al tema, casi como en voz baja, dejar deslizar la idea, ‘como a la pasada’, de que eso (lo competitivo, lo concerniente al juego, no al hecho de tratar de jugar bien, eso desde ya es más que válido y por supuesto que se pregona; al hecho de ganar, de salir campeón, de tener toda esa sarta de formalismos cuasi exitistas en la cabeza y en la lengua) puede llegar algún día, pero siempre como consecuencia de, ni siquiera como premio, en todo caso como un plus o una yapa (lea el término que le sienta mejor), y no, nunca, como un propósito buscado, poco menos que codiciado y que hasta desvive y pone de mal humor a más de uno que evidentemente se apartó de estos caminos tan conducentes y bien marcados por estos ‘verdaderos maestros y cultores del rugby’ a los cuales hoy, una vez más, les estamos tratando de revalorizar, de reivindicar todo su legado cultural y deportivo.
Merece también un reconocimiento especial la cantidad de nuevos clubes que han surgido los últimos años en las distintas provincias, realmente un crecimiento llamativo y emocionante! Y, entre todos, tratemos de colaborar con ellos, pensemos en lo que les debe costar hacer cualquier cosa en estos tiempos en que todo es caro, todo parece que cuesta el doble, que desincentiva hasta el más optimista para encarar proyectos, plasmar ideas nobles en sus clubes,……..Cómo?, y con cosas sencillas que hasta pueden surgir de los mismos jugadores: ‘che (al capitán o al entrenador), cuando vamos a ir a visitar a nuestros amigos de…….y bueno, en cada provincia surgirán los distintos clubes más retirados (en la distancia), pero que de esta manera debemos tener próximos en el sentimiento (ya el hecho de nombrarlos, de tenerlos en cuenta…).
Se trata de hacer un viaje un poco más ‘sacrificado’ una vez al año, o cada dos (habrá que ver el caso, recursos y demás, pero casi siempre se termina reduciendo a un tema de buena voluntad y organización). O por qué no alguna sorpresa (organizar una rifa, ir con desde la m-tal a la tal a darles una mano concreta en tal obra o situación apremiante y/o urgente, que por otro lado estamos al tanto de esa realidad no porque hagamos la nuestra y listo justamente), para ayudar a alguno en particular, que de otra manera, sin ‘esa mano’ de los más afianzados, probablemente tienda a desaparecer (ese club que a duras penas logra subsistir con un par de divisiones infantiles y otras tantas juveniles). Y está claro que no solo por una ayuda aislada, por más bien intencionada y generosa que fuera, se va a sostener una institución, pero también está muy claro que el intento vale, por sí mismo, la pena y que la acción va a ser recontra valorada y agradecida por el beneficiado, no les quepan dudas, y que de seguro les va a venir muy bien! (más allá de lo que ocurra en el futuro, no se trata de futurología, si no de solidaridad, de consustanciarse con la necesidad o difícil momento del otro).
Muchas cosas se pueden hacer en cuanto a solidaridad, desde y por el rugby. Esta sumatoria de aportes, de gestos ejemplificadores, ese pequeño extra cada tanto (tal vez una o dos veces al año, pero de muchos, y acá está la clave), va a ir haciendo a un Todo que todos queremos que se vaya haciendo más grande, más lindo, más enriquecedor. Y esto sólo por el hecho de que sabemos que eso está bien, que es, más que lo correcto o justo, lo que emana del corazón. De ese corazón ovalado de abolladuras de este tipo!
Gracias, rugbiers de pura cepa, por dar tanto fruto (disculpen la analogía tan mendocina, ja ja).
Por Mariano Lemoine, desde Mendoza, especial para Tercer Tiempo