Sudáfrica 73 – Argentina 13. Ese fue el resultado que obtuvo el seleccionado mayor de la Unión Argentina de Rugby (UAR) en la primera fecha de la segunda edición del torneo internacional Rugby Championship, del cual son parte además de Los Pumas y Springboks, Nueva Zelanda y Australia.
El argumento que utilizan los maestros en los primeros pasos de la práctica de un deporte es que se trata de un juego, que por tal causa muestra el desorden de la iniciación; éste, el del juego, no obstante y en síntesis, es un conjunto de acciones que se ejecutan con la intención de lograr la diversión. De ahí a la práctica del mismo deporte de manera organizada (federada) lo separa un corto trecho. Es en este plano que, lógicamente, la cosa se sostiene entonces en las reglas del amateurismo. Pero, en la aceleración y aceptando la simplificación, es que admito que el profesional también se divierte. Más cuando por hacer lo que le gusta le pagan por desarrollarlo. Se trata así de un juego que ingresó al profesionalismo.
Los dos, aquel del principio, y desordenado, que los iniciadores le definen también lúdico y que es tal vez para que su alumno no ingrese a terrenos que pueden hacerle tambalear la cuestión distintiva, esa del juego; por el otro segmento, el que por hacerlo cobra pero que expresa también alegría, están unidos en la misma práctica. Aquella amateur, esta profesional. Lo único que la última acepta la exigencia de la organización que sostiene la estructura deportiva, ahora la del alto rendimiento.
No la haré extensa, lo que vengo observando es que el técnico de Los Pumas (Santiago Phelan) no está indicando al seleccionado mayor de rugby de la UAR un libreto que le haga desarrollar el juego de rugby, en este caso profesional, de manera integral. Si hubiera tal libreto nada se hubiera agrietado si como ayer no pudo ingresar el Capitán Fernández Lobbe o si a poco de comenzar el match se lesionaron Albacete y Hernández. De haber habido un libreto y este se hubiera extendido de manera conveniente en las largas horas de los tantos días que lleva el plantel, nada, o muy poco, se hubiera resentido.
A mi entender, salvo con Marcelo Loffreda, el seleccionado mayor de la UAR no se sostiene en un libreto determinado. Se trata de la expresión del individualismo, ese que para sacar adelante cualquier empresa no vuela bajo, forma parte de la elite. Cuantitativamente, la minoría. Tan pocos que cuando, por la causa que sea, faltan, nada funciona. ¿Por qué no funciona? Porque no hay libreto.
Por Jorge Mazzieri, especial para Tercer Tiempo