Transcurrió la segunda edición del Rugby Championship, que dejó quizás un saldo incierto para Argentina. Así como hubo puntos altos, el equipo tuvo también jugadores por debajo de su nivel, falta de ideas para cerrar encuentros y la irregularidad, que fue una constante. ¿Se vendrán tiempos de cambio? Gabriel Baldi
Con un dejo de tristeza para el deporte nacional, considerando la categórica derrota con la que Los Pumas se despidieron el sábado de
Rosario, concluyó este fin de semana la segunda edición del Rugby Championship, certamen que finalmente quedara otra vez en manos del poderoso conjunto de Nueva Zelanda.
En su segunda experiencia dentro del certamen de mayor trascendencia a nivel mundial, luego de una Rugby World Cup, el seleccionado nacional fue de menor a mayor, pese a desentonar en su última presentación.
El análisis de la participación argentina puede leerse desde diversos puntos de vista, aunque el sabor amargo por la carencia de triunfos es inevitable, puesto que era a principio de la temporada, uno de los anhelos del equipo.
Haber comenzado el certamen con una catastrófica caída en Soweto ante los Springboks, fue un golpe que impactó duro en el seno de un conjunto que se replanteó su forma de encarar distintas situaciones y cambió su mentalidad un ciento por ciento de una semana a otra.
En Mendoza, Los Pumas saborearon la victoria y meritorio fue el avance de un combinado que empezó a mostrar algunos de sus puntos altos, que luego se mantuvieron a lo largo del torneo.
Los cambios establecidos por el DT, aquel 24 de agosto dejaron mucho que desear. La falta de recambio que precisó y no tuvo la primera línea, así como el reemplazo de Cubelli por Landajo, cuando la formación nacional mejor estaba, fue una falencia.
La actuación de Juan Figallo, Juan Manuel Leguizamón, Pablo Matera y Marcelo Bosch ese día fue elogiable. Los cuatro, fueron de hecho de lo mejor del elenco dirigido por Santiago Phelan en lo que va de este 2013.
Quince días después, la gira por Oceanía dejó un saldo positivo, alcanzando performances óptimas, tanto ante Nueva Zelanda en Hamilton como frente a Australia en Perth, donde se cayó por la mínima diferencia.
La toma de decisiones resultó clave en distintos pasajes del Rugby Championship, siendo un aspecto a tener en cuanto para corregir a futuro y en ese periplo se notó claramente.
Poco a poco, empezaron a aparecer también Marcos Ayerza, Nicolás Sánchez y el capitán Juan Martín Fernández Lobbe.
En La Plata, ante los All Blacks, los argentinos tuvieron en el primer tiempo el mejor rendimiento dentro del Cuatro Naciones.
En el debe, el rendimiento de Juan Martín Hernández, una pieza fundamental en el esquema de Los Pumas y que tantas alegrías supo darle a la UAR. El back, por momentos estuvo desconocido.
Por su parte, ni Horacio Agulla, Felipe Contepomi ni Lucas González Amorisino estuvieron a la altura de lo que pueden verdaderamente rendir y el equipo lo notó.
Irregular fue la tarea argentina en el scrum y el line out. Por momentos fue óptima y por otros, muy floja. Al igual que la del número 9, Martín Landajo y la defensa del equipo.
Desplegando la pelota Los Pumas siempre intentaron y percibiéndose así los avances de las ideas planteadas por Graham Henry, pese a que al grupo le faltó precisión para plasmar en el marcador, muchas veces, el dominio que poseyó.
El equipo, que hoy ocupa la décima posición en el Ranking del International Rugby Board, tuvo una nueva experiencia. La misma, servirá para crecer, sin lugar a dudas. Aún queda mucho por dar pese a que en parte, el futuro desde la conducción puede tornarse incierto.
En diciembre próximo, Phelan finaliza su contrato al frente del seleccionado nacional y más allá de que se baraje la posibilidad de que un entrenador extranjero conduzca los hilos de Los Pumas o que otros refieran a la continuidad del actual staff técnico, todavía no hay información certera al respecto, por lo que habrá que esperar a su debido tiempo.