Sí, con mayúscula (al título me refiero). Y es porque el Rugby, en su esencia, nos comprende. Nos contiene. Sí, es cierto también que además nos entiende…
POR JORGE MAZZIERI
… Por ejemplo, hace pocas horas, en el Club Palermo Bajo en la programación de sus primeros 60 años de edad, se jugaron partidos de Rugby y en uno de ellos, en la categoría M17, por unos pocos minutos entró a la cancha un jugador con capacidades diferentes. En este caso, estoy seguro, al Rugby le tembló la pera.
Hay otros episodios, y son en los que no pregunta. Acepta. Acuerda, también por ejemplo, que alguien escriba en algún diario, o hable por la radio, o aparezca por TV mencionándolo, o analizándolo. Todos caben, incluso la dirigencia. Qué generosidad la suya.
La lista es larguísima. El rugby, seguramente tampoco, exige honestidad ni humildad. Y es porque todo eso se puede comprobar en cada tackle, en cada scrum, en cada noche de los bajo cero. También en las amistades engendradas en los vestuarios de la niñez y que crecieron hasta cuando también juntos, invitaron a sus hijos a sumarse al sublime carrusel. Ese, sí, ese bello círculo que en realidad es la vida.