Era una cálida jornada de septiembre de 1987 en la ciudad de Santa Fe y un grupo de estudiantes de educación física escuchábamos al Prof Horacio Anselmi en el antiguo INEF Cesar Vázquez. Éramos un puñado de estudiantes que soñábamos con ser profesores y solo algunos de los más de 100 de la promoción ´90, nos dedicaríamos a la preparación física. Solo por nombrar algunos ,mi amigo el Prof. Marcelo Avaro actual PF de Gimnasia y Esgrima de Jujuy (fútbol Torneo Nacional B) ,el Prof. Fernández (fútbol Unión de Santa Fe) quien suscribe y algunos más .
Recuerdo que aquella vez quien fuera el disertante, hoy mi amigo personal, maestro y permanente fuente de consulta ,nos hacía ver que el paradigma del entrenamiento debía cambiar en la Argentina, que los esfuerzos lentos y prolongados solo servían para aquellos deportistas que competían con esfuerzos lentos y prolongados. Que correr largas distancias en pro de mejorar la “base aeróbica” solo hacía deportistas lentos, insuficientemente coordinados en las acciones deportivas que se deben repetir muchas veces a alta velocidad en un campo de juego, con poco poder de repentización y cuyo cerebro se adaptaba a reclutar preferentemente fibras musculares lentas .
La fuerza, a partir de ese día, paso a ser la capacidad madre para muchos de los que estábamos allí presentes. Podría dar un sin números de motivos y justificaciones científicas de por qué darle tanta importancia a la fuerza, pero solo redundaría en lo que es hoy día, en ese momento no lo era , una verdad justificada por el valor de los resultados de los deportistas que entrenamos los preparadores físicos de los 90 que adherimos a esas teorías. Muchos de nosotros tenemos como paradigma “cantidad de calidad”, priorizamos la intensidad por sobre el volumen, entrenamos prioritariamente las fibras explosivas y rápidas, esas que hacen que jugadores pesados puedan tener alta velocidad de aceleración al principio y al final de cada partido, o que se limpie un ruck con valores similares de potencia en el minuto 1 o el minuto 79 , o que un reposicionamiento defensivo y ofensivo se haga a alta velocidad sin importar el lugar de la cancha o la acciones anteriores que lo precedieron.
La fuerza como capacidad física tiene diversas manifestaciones, una de ellas es la POTENCIA -fuerza aplicada a una cierta velocidad- (POTENCIA= Fuerza (kg) x Velocidad (mts/seg))
Por lo tanto cuanto más fuerte o más veloz o ambas, el deportista es más potente.
Ahora vayamos a dos ejemplos que es común ver en las canchas de rugby en Argentina. Por suerte y fortuna para nuestro rugby, cada vez tenemos más jugadores potentes y con condición de poder aplicar esa potencia durante todo el partido.
Ejemplo A
Supongamos que tenemos un jugador de rugby que pesa 105 kg con 53 % de masa muscular (peso muscular) y el 21% de tejido adiposo (peso graso) y corre los 30 mts con partida detenida (Test de Velocidad) en 4,5 seg. Lo cual le da una velocidad final de 6,66 mts/seg.
Esto es un jugador musculado pero muy lento pues su aceleración máxima es de 6,81 mts/seg su potencia sería así: POTENCIA= 105kg x 6,66 mts/seg= 699 kgm/seg
Es decir que todos los gestos que haga y que llegue a su aceleración máxima, cosa que sería muy difícil, le llevó 30 mts desarrollar su máxima velocidad, y necesitaría de esa distancia sin obstáculos, rivales a evadir, etc. Los haría aplicando desde 699 kgm/seg como máximo para abajo. Tacklearía con esa potencia, limpiaría un ruck con esa potencia, empujaría un maul con esa potencia, saltaría con esa potencia, etc.
Ejemplo B
Supongamos que tenemos un jugador de rugby que pesa 15 kg menos, lo cual es mucha diferencia .Es decir 90 kg con igual composición corporal 53 % de masa muscular (peso muscular) y el 21% de tejido adiposo (peso graso) y corre los 30 mts con partida detenida (Test de Velocidad) en 3,8 seg. Su velocidad de aceleración sería de 7,70 mts/seg
Esto es un jugador musculado y veloz pues su aceleración máxima es de 7,89 mts/seg su potencia sería así: POTENCIA = 93 kg x 7,89 mts/seg = 734 kgm/seg.
Es decir que todos los gestos que haga y que llegue a su aceleración máxima, cosa que sería muy difícil pues le llevò 30 mts desarrollar su máxima velocidad, y necesitarìa de esa distancia sin obstáculos, rivales a evadir, etc. Los haría aplicando desde 734 kgm/seg como máximo para abajo. Tacklearía con esa potencia, limpiaría un ruck con esa potencia,empujarìa un maul con esa potencia, saltarìa con esa potencia, etc.
¿Qué conviene más?
¿Tener jugadores musculados y lentos? o ¿Tener jugadores musculados y veloces? Obvio que la respuesta es la segunda.
También daría lugar a pensar una opción más: “tener jugadores FUERTES Y VELOCES, con una adecuada relación entre tejido muscular y tejido graso.”
¿Esto se puede conseguir? Si se puede conseguir. ¿Cómo se puede conseguir?
Para conseguir esto es importante cumplir con algunas pautas de entrenamiento y cuidado del cuerpo.
1-Utilización de programas con ejercicios adecuados y aplicados como corresponde conforme a las edades de los jugadores.
A esto ¿Cómo se lo consigue? Esto es un tema que ya se trató en los dos artículos anteriores “Sentadillas Profundas: beneficios y controversias” y “Relación entre sentadillas profundas, aceleración y salto vertical como manifestación de fuerza explosiva”
Pero básicamente sería:
1-Haciendo sentadillas profundas en cantidad y calidad adecuada
2-Entrenando la saltabilidad y la pliometría
3-Utilizando ejercicios DLO (derivados de levantamiento olímpico)
4-Aprendiendo a correr y coordinar diferentes mecánicas de piernas aplicadas al rugby.
5-Aprendiendo adecuadamente las diferentes destrezas del juego
6-Aprendiendo a tomas decisiones tácticas adecuadas, en situaciones de juego.
2-Cuidado del cuerpo en función de qué tipo de jugador de rugby se quiere ser.
Este apartado está dedicado al jugador, espero que se entienda bien y mis palabras son para “vos jugador”, a ese que se entrena , que se preocupa por cumplir con lo que sus entrenadores le piden, que ama a su club y a sus amigos, que es capaz de dejar todo de lado por compartir una cancha con 14 “hermanos”. A ese que cuando hace 1 ó 2 grados bajo cero igual está en la cancha entrenando y disfrutando porque sabe que solo el esfuerzo lo puede llevar a la gloria.
En estos más de 25 años de profesión y 16 entrenando jugadores de rugby he aprendido que hay dos tipos de jugadores : El que piensa o dice “yo juego al rugby” o el que piensa o dice “yo soy jugador de rugby”.
Muchos, lamentablemente, “juegan al rugby”, pocos pero por suerte cada vez más, “son jugadores de rugby”.
En mi modesto y respetuoso criterio pienso que para ser jugador de rugby hoy en 2016 se debe tener en claro que el paradigma es diferente a lo que era hace unos años atrás.
Hoy estimado jugador sino estás dispuesto a cuidar tu cuerpo en la mesa y en los boliches, tengo una mala noticia para darte “estas en penal”, hay pocos jugadores que pueden compatibilizar “poco cuidado del cuerpo con altos niveles de entrenamiento, buen rendimiento y ausencia de lesiones musculo-tendinosas”, de hecho conozco pocos , de los más de 1000 jugadores que he entrenado, solo pocos que pueden resistir unos años sin lesionarse , tener altos niveles de condición física y lo más importante pertenecer a equipos que ganan torneos. Porque en este deporte como en cualquier otro, estimado amigo, se juega para ganar torneos. Hoy en día en el rugby, como en cualquier deporte, el tiempo dedicado al gimnasio y la cancha, es tan importante como la dedicación al cuidado del cuerpo alimentación y descanso.
De poco sirve tener jugadores que se entrenen mucho y bien pero que se alimenten mal cotidianamente y/o ingieran demasiado alcohol los fines de semana. Pues al organismo le lleva 72 hs recuperarse de una ingesta excesiva de alcohol, es decir que recién el jugador estaría apto para recibir una carga de entrenamiento adecuada y que su organismo la asimile adecuadamente el martes o miércoles. Si los jugadores no se cuidan el fin de semana tendríamos una situación que detallo a continuación .
El año tiene 54 semanas, de las cuales un jugador de rugby del Torneo Regional Litoral si se dedica mucho, entrena y juega 10 meses al año, es decir 40 semanas aproximadamente.
Ahora bien supongamos , que siendo razonables la mitad de los fines de semana no cuida su organismo, eso daría 20 sesiones (el 1er día de entrenamiento de cada semana) al año que no acumularía carga de entrenamiento (acumular significa que su organismo se adapta conforme a lo que es requerido durante la sesión de entrenamiento adaptaciones celulares, nerviosas, hormonales, etc.) en otras palabras y hablando en “criollo”, después de los partidos hay que descansar si queres aumentar tus chances y las de tu equipo de ganar torneos , salir en los diarios o formar parte del selecto grupo de jugadores convocados para los seleccionados provinciales y/o nacionales. Además esto tiene otras implicancias que atentan contra el rendimiento.
En un año 20 sesiones no son tantas, pero si a esto lo hacen desde las divisiones juveniles, que es la etapa sensible (momento óptimo que el organismo está maduro) para “construir un atleta “sería 20 días x 5 años= 100 sesiones menos que cada jugador pierde para mejorar su rendimiento físico a futuro.
Espero, fervorosamente que cada vez haya más jugadores que sientan y piensen “yo soy jugador de Rugby”, ésa es nuestra misión como educadores.
Quienes estamos en el deporte debemos bregar para que nuestros deportistas entiendan y experimenten lo importante que es cuidar su cuerpo al servicio del juego y la salud. Que en definitiva para eso estamos entrenándolos para que sean personas con valores, integras, sanas, educadas, que al abandonar la practica activa puedan sentir que han sido felices jugando el deporte que aman con sus amigos.