El encuentro fue cálido, muy cálido. Y tuvo algo de mágico. Magia trasuntada en contenido. Es que se habló de rugby. Y ahí siempre hay contenido. Tercer Tiempo armó el homenaje anual a la gente que le ofrenda, de una u otra manera, a este maravilloso deporte. Y Tercer Tiempo terminó recibiendo un homenaje. El de la presencia de los protagonistas del juego y del deporte.
Las puertas de la casa de Miguel se abrieron de par en par con absoluta generosidad. Y ahí adentro sucedió todo. En un ambiente heteróclito, variado. De diferentes léxicos pero de un mismo idioma: el del rugby.
Se compartió una mesa cuadrada, de mantel blanco. Muy amplia. Donde todos charlaban cara a cara. Y se comió y se bebió a placer.
Luego fue el tiempo de los humildes reconocimientos. Las estatuillas para cada uno de los que Tercer Tiempo entendió merecedor en este 2016 que concluye. Y también menciones especiales, muy especiales, para gente especial.
LOS AGASAJADOS
Muy temprano vino el Negro Sergio Bruzzoni, un todo terreno del rugby y de la vida. Tuvo la deferencia de acercarse a la casa generosa para recibir su premio y decir presente prescindiendo por un rato del homenaje que él mismo brindaba esa noche en su empresa para unas 70 personas. “Por su incansable labor junto al rugby”, rezaba la distinción al hombre de Tilcara.
Y continuó la velada. Así como fuera en 2015. La mesa pegada a la parrilla y los anfitriones pegados a los visitantes, con excelente atención. Charlas, anécdotas y miles de historias en forma ovalada transcurrieron junto a un exquisito menú de aves a las brasas. O sea, pollo a la parrilla.
No faltaron los elogios para la destacada temporada del concordiense Marcos Kremer que dio este año el salto de su vida, o la referencia a la consolidación como titular en Los Pumas de Javier Ortega Desio, así como el valorable campeonato de Colón RC, los distintos clubes del Desarrollo, el elogiable y ascendente rugby femenino y la organización impecable del Seven del Plumazo.
En síntesis, se habló de todo. Hasta que sonó la campanilla de la formalidad. La hora de los premios y distinciones.
A Juan Zabalegui, quien con una elogiable actitud reprogramó su agenda para estar. Y recibió su premio al jugador distinguido de Entre Ríos, por su constante aporte al juego de Seven, al equipo de Estudiantes y al seleccionado mayor de la UER.
También llevó el de su compañero de equipo, el Puma Nahuel Lobo que se disculpó en mil idiomas por no poder estar ya que viajó a Chajarí para compartir las fiestas de fin de año con su familia. Gabriel Baldi argumentó los motivos de este premio. “Humildad y caballerosidad deportiva” y Miguel Reyes, el anfitrión, lo remató con la anécdota que se viralizó en las redes del país. Aquel regalo de sus botines en el vestuario del CRAI al chico de la M16 de Capibá que no tenía los suyos para jugar.
Siguió el premio el Tano Estanislao Pérez, el joven que se aggiornó al puesto de medio scrum y se amoldó a la columna vertebral de Tilcara que logró el resonante ascenso en el Regional del Litoral. También se recordaron sus drops y otros aportes el equipo de la Ruta 18 y de los seleccionados en que participó. Y se llevó la distinción a la Revelación de la temporada. Y habló un Verde de los históricos, uno de los Viejos Verdes, como se autodefinen. Manuel Arrías se manifestó en torno a estos acontecimientos. Y, fiel a su costumbre y a su conocimiento, realizó comentarios en que cada entrega. Y el hombre también recibió su premio por trayectoria y continuidad. Manolo, Vasco o Paco, como le dicen algunos, fue el mentor de Tercer Tiempo y aunque hoy desde lo periodístico relegó su función, su cabeza está intacta.
Panchito Galetto, el destacado medio scrum de Capibá, recibió su merecida distinción por su debut en Primera División y en honor al título conseguido por Capibá en el Torneo Provincial Entrerriano.
La dirigencia se vio reflejada en el ejemplo del Negro Jorge Caíno, del seno del Paraná Rowing Club y orgulloso de su historia. Jugador (apertura, se aclara), ex árbitro y actual directivo. El hombre recibió la modesta estatuilla de Tercer Tiempo y aclaró: “Siempre entendí que las cosas se deben hacer en silencio, sin sobresalir. Lo aprendí siendo árbitro y trato de aplicarlo ahora como dirigente. Lo importante son los jugadores, aunque este reconocimiento es para mí un mimo para continuar trabajando con fuerzas por el rugby”, manifestó ante el informal auditorio que lo escuchó con atención.
El casi legendario Chelo Marcelo Faggi, interminable en mil funciones, también pasó al frente. Y no solo recibió su agasajo por la dedicación sino que también se llevó la de los “Juanes” Rosas Paz (padre e hijo) que no pudieron estar porque justo era el día de entrega del premio Plumazo en el CAE. Juan Segundo premiado como el “Jugador juvenil de la temporada” y su papá Juan Antonio, por su trayectoria. El actual presidente de la Subcomisión del CAE se dio el lujo este año de ficharse para jugar con su hijo con la blanquinegra que sin dudas tiene tallada en el cuerpo y el corazón.
Y Chelo Faggi también habló. Para agradecer y para poner de relieve lo más valioso del juego: los jugadores.
El arbitraje se vio representado en el histórico pero siempre vigente Víctor Tota Rabuffetti. También pasó al frente, recibió su premio y dio una sorpresa. Le entregó una corbata a cada uno de los integrantes de Tercer Tiempo: a Manuel Arrías, Miguel Reyes, Gabriel Baldi, Patricio Calcina, Tomás Rico y Wenceslao Yoni Bettoni. Agradeció y tuvo conceptos elogiosos para nuestra labor, la del periodismo especializado en el rugby. Profesión a veces poco valorada y hasta denostada en este campo. Y fue acertada su mención. Es que Tercer Tiempo está todo el año en las canchas.
Los colaboradores especiales de Tercer Tiempo también fueron humildemente agasajados. Pablo Laporta, como referente de los sponsors, la pata indispensable para hacer posible nuestro trabajo (qué además entregó sus regalitos, las clásicas Copetonas); y Fernando Sato, en su rol de generoso y desinteresado asistente en la parte tecnológica.
Aplausos cálidos. Abrazos sinceros. Y las fotos para la galería del sitio fueron dando marco a la velada que se extendió hasta tarde con los más fanáticos de la charla en torno al rugby.
Así pasó otra ceremonia de la ya tradicional premiación de Tercer Tiempo. Con una impronta sencilla y descontracturada. Algo distinto. Sin formalidades. Pero bien sentida, necesaria y justa.
Y si esto no es el rugby… ¿El rugby donde está?
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