Sheila Taborda, una campeona entrerriana que no se calla nada

La ex jugadora del Club Tilcara, Sheila Taborda, se coronó en el Torneo Femenino de la Unión de Rugby de Buenos Aires con La Plata RC y se convirtió en la primera entrerriana en celebrar en otro campeonato regional que no corresponda al Litoral. Es crítica con el desarrollo de la disciplina en Entre Ríos.

Sin dudas, la conquista de Sheila Taborda puede ser tomada como un hito teniendo en cuenta que fue la primera jugadora de Entre Ríos en consagrarse en un certamen regional ajeno a la órbita de la Unión Entrerriana de Rugby (UER), como lo es el Torneo Femenino de la Unión de Rugby de Buenos Aires.

Éste, sería su segundo mojón, ya que en 2016, la actual jugadora de La Plata RC, fue junto a Melina Cornejo la primera representante de la UER en ser citada a una concentración de la Unión Argentina.

El fin de semana último, con la camiseta amarilla del equipo de la Ciudad de Las Diagonales, donde vive desde hace casi dos años, la ex back del Club Tilcara tuvo una de las mayores satisfacciones de su carrera deportiva.

Con 28 años y enfermera de profesión, Sheila decidió dejar la capital entrerriana para “cambiar el panorama” y un poco su “perspectiva de vida”. “Trabajo desde chica y la experiencia de vivir algo diferente me trajo a La Plata. La decisión fue quizás para tomar otras determinaciones a futuro. Tenía una estabilidad que me traía sentimientos encontrados y problemas de proyección. Quería conocer otros ambientes, laborales y sociales”, confió.

“Si bien cuando arribé a esta La Plata la prioridad no era jugar al rugby, una cuestión del destino quiso que volviera a mi deporte preferido y la verdad, no me arrepiento para nada. Sobre todo, con logros como el que acabamos de festejar”, confesó.

-¿Qué sensaciones te dejó este título?
-Sin dudas este campeonato fue una alegría enorme tanto para mí como para el resto del grupo. Este título nos dejó una satisfacción gigante. Este año el torneo fue muy complicado para nosotras y teniendo en cuenta eso, haber conseguido el primer puesto tuvo otro sabor. Hubo muchas lesiones serias en el equipo, con recuperaciones largas. Varias chicas tuvieron que parar entre ocho a diez meses por lesiones ligamentarias o fracturas severas y en su mayoría, fueron jugadoras de experiencia que eran un puntal en el plantel. Además, a diferencia de otros años el campeonato tuvo una estructura distinta y más compleja. Se dividió en dos niveles y la zona superior donde estuvimos fue durísima.
Haber logrado este campeonato, en lo personal lo considero una gran motivación. El plantel que integro me recibió desde el primer día de la mejor manera. Es un grupo muy abierto a toda chica que quiera aprender y crecer y brinda la posibilidad de integrarse muy fácilmente y eso en rugby femenino es difícil que ocurra, ya que la mujer por lo general es más posesiva, celosa y todas esas cuestiones que nos caracterizan.

-¿Cuando llegaste al rugby de Buenos Aires, esperabas vivir algo así?
-Capaz que si por el nivel que tiene el equipo. La mayoría de las jugadoras son de múltiples disciplinas deportivas y eso el plantel lo sabe aprovechar. Esperaba vivir un momento así, pero haberlo logrado tiene un sabor especial y se torna a la vez impensado. Cuando llegué a La Plata RC, lo hice por una cuestión de cercanía y enseguida me di cuenta que el foco de todo el staff técnico y del club estaba puesto en el crecimiento del rugby femenino y de nosotras, primeramente como personas y después como jugadoras, ya que una cosa va llevando a la otra.

-¿Cómo considerás al nivel del rugby en Buenos Aires?
-El nivel es muy bueno. Por un lado hay equipos en formación que se encuentran en pleno desarrollo y por otro, hay clubes con jugadoras del seleccionado argentino, con experiencia. Se juega fuerte y de manera dinámica.
A diferencia de otras regiones del país, en la URBA se juega Ten a Side, es decir, diez jugadoras por equipo con dos tiempos de 30 minutos cada uno. Eso requiere otra preparación y también otro físico que quizás otorga algo de margen para no estar tan entrenada como debe estar una buena jugadora de Seven, pero los equipos que tienen un plantel físicamente potente, marcan la diferencia.

-Conseguido este logro, ¿cuáles son tus metas a futuro?
-Primeramente, consumado este campeonato, clasificamos al Nacional de Clubes Femenino, que se realizará en Río Negro, el 3 y 4 de noviembre. Ganar ese torneo será el próximo objetivo. Y, en lo personal, todavía estoy viendo que proyecto para el año que viene. Quiero seguir mejorando ya que el techo seguramente puede ser altísimo. En principio, quiero ver si me proyecto un año más. Con mi edad y siendo mujer, lo biológico y lo social por ahí llevan a pensar en otras cuestiones.

-¿Sentís que creciste rugbísticamente desde que te fuiste de Paraná?
-En la mayoría de los casos al rugby femenino las mujeres nos insertamos de grande y no tenemos las destrezas pulidas como los varones, que por lo general juegan desde categorías infantiles. Entre otros puntos, me parece que pude haber crecido en cuanto a eso y a la capacidad de adaptación al juego. El año pasado me costó un poquito pasar de Seven a Ten, pero en este 2018 me sentí mejor y más cómoda.

-En caso de ser convocada, ¿vas a volver para jugar el Seven de la República?
-Veremos, pero no creo. No lo pienso. Este año jugué de pilar todo el año y será cuestión de ver como estoy físicamente para diciembre. Aunque mis experiencias con los dos últimos Seven de la República con Entre Ríos no sé si han sido muy buenas. Por el momento no me siento muy segura ni cómoda.

-¿Qué visión tenés sobre el rugby femenino de Entre Ríos?
-Es un tema difícil. En realidad, siempre tuve diferencias de pensamientos en cómo se maneja y plantea el rugby en Entre Ríos. Los equipos son muy volátiles. Es impresionante la rotación de jugadoras que hay e incluso por ahí, las chicas tienen interrupciones muy largas y eso no permite que el deporte se desarrolle. Además, otro factor que perjudica es el cambio constante de entrenadores. Si bien cada técnico debe cumplir un ciclo e irse, tener todos los años un entrenador diferente no ayuda a la evolución de las jugadoras ni de los equipos. No tener estabilidad es muy perjudicial.
A eso le sumo que algunas de las decisiones dirigenciales no son las mejores. Además, el hecho de jugar Seven discrimina mucho y no establece una paridad entre dos equipos cuando uno reúne mucha más experiencia que el otro. Ahora veo esto así desde el lado del Ten a Side.
Muchas de las chicas que fueron compañeras, hoy están en otros clubes. Esto demuestra que flojo está el rugby en Entre Ríos. Los torneos son muy imparciales y el desarrollo de los torneos es muy dudoso. Como jugadora, estas cuestiones desmotivan. Creo que hay que apuntar al crecimiento y eso no es algo que se tenga en cuenta solo por el número de jugadoras, sino también por las decisiones que se toman.
Esa fue una visión que siempre tuve y aportó a que no juegue más al rugby en Entre Ríos. De hecho, antes de venir a La Plata estuve entrenando con Cha Roga de Santo Tomé. Preferí irme a un equipo de otra Unión antes que seguir jugando bajo la dirigencia de la gente que está encargada del rugby femenino en la UER. Es duro decir eso porque yo empecé en 2012 con el primer equipo que se fichó para jugar un torneo y ver que no se haya evolucionado, quizás en parte por la falta de apoyo de los clubes, por un lado y por otro, por la falta de respaldo de determinaciones que beneficien a las jugadoras y al desarrollo del deporte. Cuando no estás en un equipo favorito hay boicot por todos lados. Así lo siento y así lo digo. Acá estoy mucho más tranquila.


Fuente: Suplemento Mirador Entre Ríos, distribuido con Clarín en Entre Ríos

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