El rugby siempre está marcado por el esfuerzo, el trabajo y el sacrificio para superar cada una de las adversidades. Sin embargo, siempre hay algo más que a simple vista no se ve y los protagonistas deben afrontar una lucha incesante para superar distintos capítulos complejos que se presentan en la cotidianeidad.
El uruguayo Lucas Puig, dejó atrás una de las batallas más grandes: superó el cáncer de linfoma. Luego de tres temporadas, venció definitivamente a la enfermedad y volvió a vestir la camiseta del Old Boys Club, la institución que lo vio nacer y crecer.
En diálogo con Tercer Tiempo, el back habló del trance que perjudicó su salud, se refirió a las etapas que atravesó y deslizó sus sentimientos al volver a tener contacto con la ovalada.
UN PROCESO ARDUO Y EXTENSO
Fue un antes y un después. En 2017, Lucas emigró a las tierras españolas por motivos personales y cuando recorría la mitad del calendario, le diagnosticaron cáncer de Línfoma (afecta el Sistema Línfatico e incluye los nodos, el bazo, la glándula timo y la médula ósea). “Me fui a Barcelona en enero de ese año por circunstancias facultativas. Cuando detectaron la enfermedad, no pude retornar a Uruguay porque mi situación física era muy delicada, por lo tanto, mi familia se trasladó hasta España. Hice un tratamiento de quimioterapia durante seis meses y el proceso brindó resultados positivos que me otorgó la posibilidad de retornar a mi país, pero tuve una recaída y estuve internado durante dos meses en un estado muy sensible”, dijo el hombre 27 años.
Una pelea tenaz que al recorrer el principio de este camino, determinaron que un trasplante de médula era la única opción. “Comenzó la búsqueda del donante a nivel mundial que llevó bastante tiempo, además de buscar el lugar ideal para realizar la operación porque en Uruguay se encuentran pocos casos y no es muy familiarizado en este aspecto. Entonces, determinamos movernos a Estados Unidos y en mi cabeza estaba seguro que iba a estar todo bien y me parece que fue fundamental”, manifestó.
Es una enfermedad muy invasiva y si no estaba con los diversos controles continuamente, padecía algunas complicaciones profundamente. En este contexto, analizó y definió que trasladarse a Baltimore (ciudad del estado de Maryland, Estados Unidos), era la mejor elección. “Tuve la suerte de recibir el apoyo de muchas personas para que pueda llevar adelante el tratamiento, tanto de amigos uruguayos como argentinos. Fue impresionante y pude irme en las mejores condiciones para concretar la operación de la médula que me brindó mi hermano”, relató.
Aunque, nada sería igual sin el sostén que le otorgó su círculo íntimo en esta contienda particular. “Fue durísimo, pero siempre conté con la contención de mi familia y mis amigos para superar días muy complicados. Tras seis meses, regresé a Uruguay y en el con el pasar de los primeros días debía asistir constantemente a las consultas médicas. La ansiedad por intentar volver a la ‘vida normal’, me llevó a tener varias recaídas con diferentes dificultades que se consideran frecuentes en el primer año luego del trasplante. Quería ponerme a entrenar y me tiraba para atrás, pero le puse el pecho y no bajé la cabeza en ningún momento”, señaló.
UN PUNTO Y APARTE
Sin lugar a dudas, este episodio dejó una huella imborrable y marcó otro andar de su vida, que en la actualidad toma un rumbo opuesto al que desarrollaba anteriormente. “Es un proceso largo para digerir todo lo que me pasó y a medida que transcurrió el tiempo, me fui dando cuenta de distintas situaciones que comenzaron a marcar mi vida. En primer lugar, hice un clic con las cosas materiales. Cuando llegas a circunstancias delicadas, te das cuenta que lo único que tenemos o importa, son los afectos y el amor de la familia. Es algo que lo escuché en una gran cantidad de oportunidades, pero nunca lo había sentido y pude percibirlo durante la enfermedad”, expresó Lukitas.
Asimismo, añadió: “A veces, estaba en el hospital junto a mis amigos y proponían jugar a las cartas. Me encanta divertirme de esta manera, pero recuerdo que comenzaron a debatir cuando dinero apostarían y pensé: ‘A mí me da lo mismo, no sé si podré utilizar el dinero que gane o si seguiré viviendo’. En una simple anécdota, pero me di cuenta que todo lo demás no me importaba. La materialidad pasó a un segundo plano y los afectos fueron lo único que me daban la fuerza seguir adelante”.
“Más allá que convivimos en una sociedad capitalista, no voy a perder el foco de las cosas que realmente valen y los aspectos que me hacen feliz. Disfruto de los momentos que muchas veces damos por sentado y los detalles de la vida cotidiana, que en ocasiones no le damos atención. Hoy, lo miro con otros ojos y me ayudan a disfrutar más. Viví as eternas de estar en una camilla, sin saber lo que sucedería y tuve que construir una paciencia inimaginable para mantenerme positivo a pesar de cualquier eventualidad”, reveló, y sostuvo: “Me quedé con la fe y la serenidad para resolver los problemas que atravieso, sin hacerme dilemas por cuestiones intrascendente para no estresarme. Es una realidad que si no lo vivimos en carne propia, no lo sentimos así”.
VOLVER AL RODAJE
Puig volvió a tener acción en el terreno de juego de manera oficial cuando Old Boys se enfrentó a Old Christians Club. En relación a esto, narró cómo recorrió la semana previa al partido: “Fue muy especial volver a entrenar en el club, encontrarme con mis amigos y toda la gente que me apoyó durante estos años tan difíciles. Fue una sensación muy linda. Es un deporte que práctico desde los ocho años y hace cuatro temporadas no podía jugarlo. Era doloroso”.
“Por un lado, estaba ansioso de que llegue este momento pero, por otra parte, también estaba tranquilo y trataba de disfrutar de cada ejercicio en los entrenamiento, y lo viví con mucha intensidad”, prosiguió.
“Lo gocé minimanente desde los detalles mínimos y estaba cargado de emociones. Fue increíble, me detuve y pensé ‘no puedo creer que estoy acá después de todo lo que pasé’. No sabía si podía volver a jugar al rugby y, esporádicamente, aparecían estos pensamientos en mi cabeza”, afirmó.
El score final reflejó una derrota para su elenco, pero el resultado está marginado y es anecdótico. El jugador del azulgrana ingresó faltando diez minutos con el partido cuesta abajo, pero las sensaciones fueron innumerables. “Cuando entré, me sentí raro porque no podía creer que estaba ocupando un lugar en la cancha. Tuve meses de soñarlo durante las noches y era un objetivo que me había propuesto. En otras oportunidades tuve trabas físicas y al concretarlo esta vez, lo viví de una manera diferente. No permití que los nervios taparan el disfrute, fue un instante lleno de felicidad y agradecimiento. Recibí gestos hermosos de distintas personas que me hicieron transitar un día inolvidable”, confesó.
PROYECTOS
Lucas se formó y defendió la ropa entidad montevideana durante toda su carrera, además de integrar los distintos seleccionados de Los Teros en los Juegos Mundiales de Cali 2013 y los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, entre otros. En tanto, la llama con la ilusión de conquistar triunfos en el ámbito deportivo, no se apaga. “Ahora, solamente me enfoca pasarla bien y disfrutar de los años que me queden dentro de una cancha, además de divertirme con el grupo humano que existe en el plantel. Me gustaría volver a jugar en un buen nivel y aportaré desde el sitio que me toque. Más adelante, sería muy lindo lograr un título con el club”, aseveró.
Mientras que, a nivel social también anhela cumplir uno de sus máximos deseos. “Me encantaría devolver todo lo que me dieron en estos años. Ojalá pueda ayudar a las personas que están en una situación compleja como la que debí pasar y estoy seguro que podré desarrollarlo con el tiempo. Intentaré seguir con mi trabajo y esperaré que me depara el futuro”, concluyó.