La franquicia argentina Jaguares XV superó este sábado en una reñida final, a Peñarol, por 36-28 en el estadio Charrúa de Montevideo y de esa manera, se alzó con el título de la Superliga Americana de Rugby 2021.
Una de las frases más dichas y repetidas en partidos definitorios de cualquier torneo de cualquier deporte y a todo nivel es «las finales se ganan». Hoy, ese precepto se cumplió a rajatabla. No hubo ninguna excepción que confirmara la regla y en esta final, Jaguares XV la ganó porque la tenía que ganar e hizo todo cuanto estuvo a su alcance para, por un lado, desactivar la defensa que le propuso Peñarol Rugby y por otro, para tomar cada una de las chances que le pasaron por delante para anotar en momentos claves.
También, para impedirle a Peñarol Rugby anotar.
Los delanteros aurinegros respondieron acorde a las expectativas de una final y como se había previsto, ninguno de los dos partidos anteriores iba a ser referencia y sí, la semifinal que planteó Olimpia Lions, que fue el que mostró dónde o cuál era el camino para cerrarle las puertas a Jaguares.
Lo logró Peñarol, pero en ese ponerse a trabajar para mantener a raya a su rival, fue dejando por el camino oportunidades de puntos que le hubiesen venido perfecto como premio a tanto desgaste para ir metro a metro buscando el lugar para pasar. Cada pelota en disputa o dividida, Jaguares la aprovechó a su favor. Así llegaron los tries argentinos en el primer tiempo.
Roger anotó la que tuvo a los palos, consolidando su infalibilidad. Jaguares, precavido, evitó cometer penales en su campo para no darle la posibilidad al apertura de anotar.
La pelota tuvo momentos de mucho vuelo. Y el vuelo no por el traslado veloz, sino más relacionado con ir por el aire patada tras patada a la búsqueda del error rival, que vale decir, hubo poco de los dos lados a pesar de los nervios notorios y palpables. Ninguno quería equivocarse ni hacer una de más. Por eso, Jaguares arriesgó menos y Peñarol Rugby se mantuvo en su plan de juego, a la búsqueda de que su rival se equivocara.
Mereció mejor suerte -puntos- el equipo uruguayo en la primera parte, hay que decirlo. Pero no se tuvo tanta fe.
En la segunda parte, una jugada pudo haber cambiado el desarrollo del partido. El try de Echeverría a los dos minutos del complemento que a instancias del TMO no fue convalidado, devino en un penal para Jaguares y un par de jugadas más tarde, en try. Peñarol sintió el golpe y al poco tiempo, otro try más de Jaguares parecía que empezaba a destrabar el partido a su favor al igual que en los partidos de grupo cuando ocurrió algo similar, pero no.
Peñarol empezó a tomar un poco más de relevancia, de iniciativa, de quemar naves para volver al partido y lo consiguió. Dos tries lo pusieron a dos puntos de distancia con quince minutos por jugar, se mostró impetuoso y listo para dar el golpe. Sin embargo, Jaguares nuevamente aprovechó la que tuvo -la que le dieron sus rivales- y de una patada cruzada devino en varios scrums a cinco metros que trajeron primero, una tarjeta amarilla para un jugador y después, un try penal que casi era la sentencia del partido.
Hubo tiempo para dos tries más, uno por lado, pero la suerte ya estaba echada. La final, ambos la jugaron para ganarla porque de eso se tratan la finales. Le salió un poco mejor a jaguares porque fue más oportunista y sus backs nuevamente tomaron las que tuvieron. Para Peñarol quedará el sabor agridulce de saber que estuvo muy cerca, que jugó un gran partido, pero le faltó un poco más en su mejor partido del torneo.
De todas formas, para el campeón, su juego, su intensidad y el logro, es indiscutible.
(Foto: Gaspa Fotos / SLAR)