Para muchos puede resultar algo normal, pero no es un hecho menor y tal como lo hacemos a menudo en Tercer Tiempo, buscamos resaltar las actitudes productivas que marcan de algún modo la esencia del deporte.
En este caso, el muy buen referee paranaense Javier Legarreta, hizo llegar a nuestra Redacción un comunicado que parece simple, pero es sumamente significativo.
La misiva, expresa el siguiente episodio ocurrido el sábado en el marco del Torneo Juvenil Dos Orillas, en El Quincho de la Ruta 18 del Club Tilcara.
Hay cosas en la vida que enseñan sin escándalo, sin estruendos, sin levantar la voz. Pero no es fácil impartir enseñanzas de estas formas. Y hay quienes enseñan en silencio, con el ejemplo.
Corría el partido de Menores de 19 años entre el Club Tilcara y Cha Roga en un ámbito normal. Se jugaba con dos guindas. Cuando una salía lejos entraba la otra, en un día con condiciones agradables.
Pero algo llamó mi atención, cuando se dieron un par de tryes en el in goal que da a la ruta en cancha uno de «quincho» (donde la cancha termina y luego hay un desnivel antes de los árboles) veo a lo lejos que luego de las patadas a los palos una persona con cierta dificultad para caminar, bajaba la barranquita y alcanzaba las pelotas hacia la cancha.
En una patada cerca de la hache diviso un septuagenario; tuve que mirar dos veces, porque a pesar de que a esa persona la conozco hace más de cuarenta años, no podía creer lo que estaba haciendo. ¿Alcanzando guindas?
¿El entrenador que me formó con los valores del rugby? ¿El que me enseñó casi todo lo que sé de este deporte? ¿El que armó una camada que, entre tantas (en mi caso y junto a Miguel Barrios ) ganó casi todo?
Guerrero de cientos de batallas desde su puesto hooker. Formador de formadores, y no solo de su Verde club sino de quién requiera de servicios y experiencia.
No lo podía creer.
Quién debería estar en el mejor lugar de la tribuna, disfrutando de un mate y viendo como la gente que él formó, dirigía a los chicos que jugaban, eligió alcanzar las guindas. Luego de esa conversión cerca de ingoal me salí del libreto de árbitro, y pido disculpas a quien sea… Corrí hacia el alambrado de fin de cancha para darle un abrazo y las gracias, a mi maestro César Acosta.
Pero no le di las gracias por alcanzar pelotas, sino por que en silencio sigue dando lecciones de vida. En silencio sigue mostrando el camino. En silencio te dice cómo en la vida deberías actuar, siempre dándolo todo, sin pedir ni siquiera un reconocimiento. Si, el verdadero maestro de vida.
Cuando corrí a abrazarlo me dice…
– No Javi, solo quería alcanzarte la pelota …
– ¿En serio? -Como diciendo, estoy solo para ayudar, como si un abrazo le quedara grande…-
¿Un referente del deporte ? No, disculpen, pero ese título le queda chico.
Un gracias, suena insignificante para semejante ejemplificador.
Sigo sin poder creerlo.
¿Cesar Acosta alcanzando las guindas?
Javier Legarreta – Referee UER