Por razones externas al deporte en sí, el rugby está en el ojo de la tormenta desde hace algunas temporadas. De algún y otro modo, de los errores se aprende para enderezar el rumbo y mejorar, en cualquier aspecto.
Diversos «torneos» -que se presentan como tal- y tienen el visto bueno de los organismos que rigen el deporte aunque los mismos prefieran miran hacia otro lado, parecen hacerse una constante.
Por otro lado, hay exigencias severas para las instituciones emergentes en localidades más pequeñas que incluso, buscan fomentar el rugby desde su raíz. O con algunos certámenes playeros que buscan realizarse en temporada estival. Con muy buen tino también, se les exige como corresponde a los jugadores que para lograr su fichaje deben tener distintos aptos médicos, por una cuestión correcta de prevención.
Ahora bien, alguien se preguntó alguna vez, ¿qué pasa si en un «torneo» de veteranos o ex jugadores, un hombre sufre algún problema de salud dentro del campo de juego? ¿Quién se hace responsable? ¿Un club? ¿Una Unión? ¿La UAR?
Seguramente el amarillismo mediático saldrá a resaltar que un «jugador» padeció tal incoveniente dentro de la cancha e intentarán «argumentar» lo «perjudicial» que es el rugby, con todo el mal que eso pueda llegar a hacerle a la disciplina en sí y a la llegada de nuevos talentos al deporte.
Cada uno puede juntarse entre amigos o con gente allegada y hacer lo que le plazca, aunque de ahí a tener aprobaciones institucionales y tener promoción, ya es otro tema. Muy delicado y complejo a la vez.
En Tercer Tiempo siempre bregamos por un deporte sano, cimentado desde sus bases, haciendo hincapié en los valores de la vida que a través del rugby se transmiten y en consideración, seguiremos difundiendo todas las actividades oficiales, amparadas dentro de un marco legal e institucional.