Mientras a nivel internacional la Unión Argentina de Rugby se empeña por lograr la mayor cantidad de partidos posibles para sus distintos seleccionados y con un dejo de humildad, pero apostando fuertemente al desarrollo de sus vecinos “inventan” un Seis Naciones Americano, la Uniones que conforman la región litoral deciden dejar fuera de competencia de su torneo más importante a numerosos clubes posibles y amplias zona de la misma región.
POR MANUEL ARRÍAS
Los pazos que dan Argentina, Canadá, Estados Unidos, Uruguay, Chile y Brasil para armar su torneo para la próxima temporada contrastan decididamente con el ya famoso articulo de “Generalidades” contenido en la normativa 2015 del TRL que consagra la discrecionalidad como regla y al desarrollo como enemigo.
Mientras que en el torneo continental se dejan de lado los niveles enfrentando a selecciones nacionales en donde las diferencias son amplias, juegue el equipo que juegue, en el Torneo Regional del Litoral no se aceptan a los clubes en el 2º nivel, entre otras cosas, por “la conveniencia para el torneo”.
A quien escapa las horas de vuelo que lleva llegar desde Canadá a Chile o Argentina; o el esfuerzo que deberá hacer Uruguay para viajar a Estados Unidos? Es posible que alguno me diga son selecciones “profesionales” y ahí estaremos llegando al extremo de lo absurdo porque todos sabemos que no es así, sobre todo en Sudamérica, excepto Argentina .
Que le aporta a Argentina jugar estos partidos ya que si nos guiamos por los resultados (ya sean históricos y/o recientes) la diferencia con sus vecinos sudamericanos es grande. Le aporta competencia pero además le asegura un desarrollo sostenido a esos países y a la larga redundará en beneficio para Los Pumas. El más claro ejemplo es Italia en el 6 Naciones. Podrá perder muchos partidos pero cada vez se les hace más difícil ganarles con amplitud a los demás seleccionados y ya se ha dado el gusto de ganarle a más de uno.
En el Litoral se apuesta a todo lo contrario. A preservar las mezquinas quintitas de algunos clubes que a su vez no dudan en captar jugadores de otras Uniones con enorme desparpajo y la complicidad de algún renombrado capacitador. Hacer 230 kilómetros por una ruta simple y en buen estado, en las estadísticas mucho más segura que la tristemente famosa ruta 33, una vez al año, parece muy gravoso para el rugby rosarino y porque no el santafesino.
Nadie entiende que quiere decir: “La compatibilidad en el deporte de tiempo libre del rugby amateur de clubes que nuestro torneo cobija”. Querrá decir: “Si no me gusta tu cara te borro de un plumazo”? Quien decide “la factibilidad de participación”? Algún energúmeno enmascarado tras un cargo, Socrates, Napoleón o Nerón? Digo, porque difícilmente pongan la cara. En ese sentido y por más que disienta en muchas cosas quiero reivindicar al único que se animo a hablar sin tapujos. Fue el actual Presidente de la USR, Jorge Bruzzone. Equivocado en mi concepto no dudo en hablar del tema cuando se lo requirió. Esta claro que con eso no alcanza y que la discriminación es exactamente idéntica.
Caminos contrapuestos. La UAR apuesta a la competencia y el desarrollo; el TRL a resguardar mezquinas quintitas.