El Kobe Misaki Stadium se vistió de fiesta para recibir a Inglaterra-Estados Unidos y a unos 27.194 espectadores que vibraron con el ritmo de un gran cotejo. En la ocasión, por el Grupo C, los ingleses vencieron 45-7 y sumaron su segunda conquista consecutiva.
En el primer tiempo, el seleccionado inglés tomó posesión de pelota y territorial. Se hizo dueño del partido y a excepción de contadas ocasiones, manejó los hilos del juego.
El número 10, George Ford, distribuyó el juego y los delanteros se encargaron de anotar. El juego agrupado de los forwards ingleses puede ser, pensando en el cruce ante Argentina, un arma letal.
Estados Unidos a través de su apertura MacGinty en combinación con Martin Iosefo, crearon la única de la primera parte del partido, promediando la media hora.
La receta de line y maul para los europeos fue la clave en este período, que quedó a su favor, 19-0.
En el complemento el choque se desarrolló con la misma tónica. Un que quiso e intentó y otro que solamente pudo en la última acción de la velada.
Sin sobresaltos, Inglaterra sumó cada vez que se lo propuso y dio cuenta de una marcada superioridad con un monopolio absoluto del juego. A lo largo de la calurosa noche que ofreció la ciudad de Kobe, un total de ocho tries habló a las claras de la performance inglesa, que quiere volver a celebrar ante el mundo, tal como lo hiciera en 2003.