Concierto de errores

En el Estadio Gigante de Arroyito de la ciudad de Rosario, nuestros Pumas se despidieron del Rugby Championship con una actuación deslucida. Un paso en falso si se atiende las expectativas creadas a partir de las buenas actuaciones previas del equipo nacional.

 

En medio de un concierto de errores, el conjunto argentino estuvo lejos de construir una actuación positiva. Perdidas de pelota en el contacto, errores de manejo y una alarmante cantidad de penales cometidos fueron haciendo mella en la confianza del equipo.

 

Además, Los Pumas fallaron en algo en el que habían sido implacables durante los primeros cuatro partidos del Rugby Championship: el aprovechamiento de las oportunidades. En ese sentido, dos muestras claras: un knock-on de Farías en situación de clara ventaja numérica del equipo y una escapada por el ciego de González Amorosino cuyo pase a Agulla, sin rivales a la vista, no pudo ser capturado.

 

Más allá del juego, Los Pumas fallaron en su especialidad: la capacidad de emocionar a la gente. Esa característica histórica estuvo ausente en prolongados pasajes del partido. El público que colmó el estadio de Rosario Central se llevó emociones en cuentagotas. Al equipo argentino le costó enormemente levantar al público y despertar emociones. Un público que estaba dispuesto a engancharse y a emocionarse con facilidad.

 

Ese público expectante de cada jugada, le brindó a Rodrigo Roncero, en su despedida, la mayor ovación de toda la noche. El pilar izquierdo argentino siempre nos pone en aprietos. ¿Qué decir de su figura sin caer en el elogio remanido, en ponderaciones trilladas y repetidas? Muestra entereza, tenacidad, firmeza, aplomo y valentía. Desparrama fiereza por todo el campo de juego. Va para adelante siempre. Contagia, entusiasma y disfruta de los grandes desafíos. Exhibe despliegue, un potente tackle y gran temperamento. Invita a la admiración y el asombro.

 

Roncero no sabe de renuncias ni claudicaciones. Jamás se da por vencido. Nunca se entrega y transmite a los demás una enorme actitud y amor propio. Vaya desde aquí, en su partido despedida, éste merecido reconocimiento.

 

Yendo desde la cancha a la tribuna hay un hecho que no debe ser ignorado. La actuación del público argentino merece ser reprobada. Insultos y agravios hacia el referee fueron moneda corriente. Además, silbidos hacia el pateador visitante y la utilización del láser en cada intento a los palos del equipo australiano enmarcaron un panorama altamente negativo y desalentador.

 

Desde ésta pequeña tribuna sostenemos que la furiosa búsqueda de victorias nunca debe anular el espíritu del rugby, traducido en corrección, lealtad, caballerosidad y sobre todo respeto hacia el juego y sus protagonistas.

 

Volviendo al partido y no obstante el panorama señalado, es justo rescatar la jerarquía del equipo. Porque en un escenario como el señalado, donde los Pumas estuvieron erráticos y lejos de su mejor versión, defendieron con agallas y entusiasmo, continuaron luchando y se las ingeniaron para estar cerca en el tanteador. Frente a la sucesión de errores, Los Pumas tuvieron el merito de no claudicar y seguir prendidos hasta el final. Algo que debe ser valorado más allá de falsas actuaciones.

 

Terminó el Rugby Championship con un saldo más que positivo. Pero esto es tan solo el comienzo de una aventura fascinante, que ofrecerá en las sucesivas ediciones otros nuevos y atrapantes capítulos.

 

Por Sebastián Perasso

Opinión

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