“El árbitro siempre tiene la razón, más aún cuando no la tiene”, debería escribirse bien grande ahora en los estadios de fútbol donde juegan Los Pumas. Esta frase y muchas otras propias del rugby, no debemos dejarlas estancarse y que se empobrezcan. Mariano Lemoine, desde Mendoza
Las bases y los fundamentos, no se modernizan ni se cambian, se defienden y cuidan. ¡Son para siempre!
Cuantas veces criticamos a los que tienen la responsabilidad de impartir justicia (u oímos criticarlos sin ‘parar el carro’), opinamos sobre su actuación o ‘estilo’ o ‘tendencia’, si es permisivo, si cobra o se fija mucho o no en los off side de los backs, o en la base del scrum (le sacamos las fichas como a nadie)… y que poco se le dedica (en los clubes) a pregonar o instar a los jugadores, desde temprana edad, en las divisiones formativas, a que en el futuro puedan (que lo vean como una posibilidad real, como una forma mas de devolver ‘algo’ contra ‘tanto’ recibido) ser los encargados de hacer cumplir el reglamento dentro de la cancha.
Y claro, uno se acerca a un club de rugby a aprender a jugarlo (y por su puesto a hacerse de amigos,…), no a aprender a ser arbitro se podría decir. Si, está bien, pero después no nos quejemos de que no haya buenos árbitros. Si no sembramos, difícilmente cosechemos. Entre todos tenemos que formar conciencia de esto, hablando más que bien de ellos, de su tarea, de su resignación a sus obligaciones, de que un domingo helado de invierno a las dos de la tarde se está perdiendo una reunión familiar para que otros puedan divertirse (y a el encima hasta tal vez lo insulten o increpen!, se ve, se entiende?), de su invalorable tiempo dedicado para que otros 30 se puedan divertir. Fundamental, admirable y valiosísima la tarea del señor del silbato! Si uno crece escuchando estas cosas y no de las ‘otras’… Gracias y mil gracias y por su puesto invitarlo al tercer tiempo, y si, porque no, después del partido, pedirle alguna explicación o preguntarle sobre tal o cual jugada que a uno (o a varios) le pueda/n haber quedado ciertas dudas…
Parece utópico, pero no, lo que pasa es que no nos sale o no tramos de que salga, pero es lo que manda el rugby!
A esto, encima se le suma, a diferencia de lo que dicen o sugieren las reglas de juego, la falta de cooperación por parte de los jugadores (basta repasar un poquito la actitud de los jugadores en las móviles: modo de ingreso a las mismas, el hecho de no salir rápido de la situación de tackle o de levantarse y ponerse on side detrás del último pie, etc, etc). Como para graficar aun mas esta idea traigo a colación la expresión tan oída de ‘jugar al límite’ mas como una condición o atributo (de que mientras no me marquen o cobren penal está todo bien o hasta soy el mejor jugador del mundo por caso) que como algo que al menos atenta o dificulta el buen desempeño del juez (que por otro lado si hoy en día cobrara todo lo que debería se lo criticaría por cortar mucho el juego).
Cabe destacar el sentido bidireccional de COOPERACION CON EL JUEGO mismo tanto por parte de los jugadores como por su puesto, del árbitro. Entonces pongámonos de acuerdo en que queremos, hagamos hincapié a los jóvenes rugbiers de que vayan leyendo el reglamento, formemos, ayudemos, contribuyamos entre todos, capacitemos, hablemos bien del noble papel de ser arbitro (no que los chicos van escuchando: el gil, el bol…, etc, ningún mote alentador por cierto).
Y si, una tarea incesante por su puesto, como cualquier tarea formativa.
Promovamos, cultivemos, porque los árbitros, que de por si no es tarea fácil ni grata, no salen o surgen de la nada, sino de todo lo que se haga o deje de hacer en los respectivos clubes!
¡Gracias y hasta pronto!