El director ejecutivo de la Asociación de Jugadores de Rugby de Nueva Zelanda, Rob Nichol, dijo que el exjugador estaba casi sin ahorros y en la ruina cuando murió, y que ante esa situación empresarios y amigos decidieron crear el fondo para apoyar a sus hijos Dhyreille y Brayley, de 6 y 5 años.
«Aun faltan algunas auditorías pero no vemos que haya muchos beneficios financieros o ingresos que vayan a la familia», dijo Nichol a la emisora NewstalkZB.
Nichol aseguró que el legendario jugador fue víctima de su propia generosidad que practicó «a expensas de su familia» y pese a tener que afrontar los elevados costes de los tratamientos médicos, incluidos los de diálisis.
«Era un tipo orgulloso y la idea de ser una carga para otros o de ir a pedir ayuda, aunque la gente quisiera ayudarle, no iba con él. A él le iba más ayudar a los otros», indicó Nichol.
«La gente cree que ganó un buen dinero en los últimos 10 o 15 años pero su enfermedad y el tratamiento por el que tuvo que pasar dificultó severamente su capacidad para seguir haciéndolo», añadió.