Una derrota abultada y dolorosa era un escenario posible antes del comienzo del Rugby Championship. No obstante, las buenas actuaciones previas a este encuentro y el crecimiento sostenido del equipo invitaban a soñar con alcanzar una victoria.
Y aunque parezca contradictorio, en esa confianza construida en base a actuaciones positivas puede encontrarse alguna de las claves de la amplia derrota frente a los All Blacks por 54 a 15. Porque desde el firme convencimiento propio de que Los Pumas podían jugarles de igual a igual, salieron a tomar riesgos e intercambiar ataque por ataque sin estrategias ni precauciones.
Como nunca antes en el torneo, nuestros Pumas se apartaron de su habitual libreto y ensayaron partituras distintas, desconocidas. Así, en ese nuevo contexto, la actuación fue desconocida.
Y aunque parezca absurdo, otro factor determinante fue el increíble marco de público que presenció el encuentro. Las 45.000 personas en el estadio Único de la Ciudad de La Plata se hicieron oír y ejercieron presión desde varias horas antes de que comenzara el partido.
Está claro que una hinchada tan ruidosa y pasional como la argentina constituye una fuente de motivación enorme para cualquier equipo. Representa un factor que multiplica la entrega y genera entusiasmo y fervor en grandes proporciones. Por otra parte, el público genera ansiedad, es tremendamente impaciente, no sabe de pausas ni de estrategias conservadoras y reclama resultados y emociones inmediatas.
En ese marco, Los Pumas abandonaron su habitual versión y no fueron aquel equipo paciente en la ofensiva y cuidadoso en el mantenimiento de su posesión. Su tradicional juego de pocos riesgos, posesiones largas y defensa férrea se fue haciendo añicos con el paso de los minutos, al ritmo de las exigencias del público.
Esa ansiedad por querer satisfacer los deseos de su tribuna, condujo al equipo a tomar decisiones muy distintas a las acostumbradas. Como muestra de ello, el equipo argentino atacó sin plan en sus propias 25 yardas y eligió patear al touch algunos penales factibles.
En rigor, es imposible una actuación convincente si un equipo no logra abstraerse de la atmósfera que lo rodea, si se aparta del plan de juego para cumplir las expectativas de sus espectadores…
Nueva Zelanda fue implacable ante cada error. No tuvo concesiones ni reparos con los dueños de casa. Nos devolvió un manto de realismo que estábamos necesitando para poder crecer de a poco, subiendo los escalones uno a uno.
Los All Blacks fueron impiadosos y crueles en un escenario que estaba preparado para una fiesta ajena.
En síntesis, una amplia derrota que invita a reflexionar. Después de todo, nunca viene mal un golpe si en última instancia nos permite crecer…
Por Sebastián Perasso