Debate abierto en el plano nacional

Distintos clubes del país pusieron el grito en el cielo a raíz de la contratación de sus jugadores por parte de las diferentes franquicias profesionales del continente. La grieta entre el amateurismo y el profesionalismo se volvió a abrir. En Entre Ríos, la postura dirigencial es ampliamente favorable a los avances del deporte, al crecimiento y a su difusión.

En 1995, el paradigma del rugby mundial cambió por completo. Fue cuando la disciplina diera un giro rotundo a raíz de la incursión al profesionalismo. El deporte que había ayudado a unir una nación como Sudáfrica un par de meses antes, tomaba otro enfoque, luego la votación favorable del Consejo Directivo del por entonces, International Rugby Board (hoy, World Rugby), que llevó adelante en París.

Unos 15 años más tarde, esta orientación daba sus primeros pasos en Argentina y poco después, en 2012, el país se involucraba en una anhelada competencia regular de primer nivel, como el Rugby Championship.

La consigna siempre fue estar a la altura y para lograrlo, no bastaba con la vocación ni el entusiasmo. Urgía dedicación a tiempo completo por parte de jugadores, entrenadores, referees y organizadores de las estructuras existentes.

En 2020 dio el puntapié la Superliga Americana de Rugby. Pese al corte de aquel certamen a poco de haberse iniciado, producto de las restricciones por la pandemia, era un hecho el establecimiento de los primeros equipos netamente profesionales del continente.

Y como en cada hecho de la historia, hubo, hay y habrá, opiniones encontradas. Están quienes bregan por un rugby prácticamente social y otros, que buscan también mediante el deporte, la inclusión de jóvenes que, con su devenir, puedan acceder a sus sueños. Por qué no, el de vivir de su pasión.

VALORACIÓN

Esta temporada, con el actualmente denominado Súper Rugby Américas, 101 jugadores argentinos están contratados por las diversas franquicias. Cinco de los cuales, son entrerrianos: Ramiro Gurovich (Pampas – CAE), Juan Mernes (Dogos XV – CAE), Felipe Villagrán (Yacaré XV – CAE), Lautaro Cipriani (Dogos XV – Tilcara) y Román Pretz (Dogos XV – Duendes, ex Tilcara).

Durante al menos el primer semestre, los clubes de la región no contarán con estos jugadores y en el caso de entidades fundamentalmente cordobesas y algunas rosarinas, la determinación no cae para nada en gracia.

Ahora bien, los clubes forman a los jugadores con el afán de que el rugby sea un medio para la integración, la posibilidad de generar vínculos de amistades y demás. “El rugby no es un juego para ganar, es un juego para formarse”, indicó días atrás el presidente de la Unión Argentina de Rugby, Gabriel Travaglini, en respuesta a esta disyuntiva.

En Entre Ríos, las manifestaciones de distintos dirigentes de rugby, son óptimas. “Que un jugador de una nuestra institución sea convocado a una franquicia profesional, es una sensación de gran satisfacción. Es un reconocimiento al jugador, pero también al club y a los maestros que lo formaron. El jugador de rugby amateur, a diferencia del de otros deportes como el fútbol por ejemplo, tiene un ADN claro y definido y es el del club que lo formó y desde el cual llega a ser convocado por sus condiciones deportivas”, remarcó Emilio Fouces, presidente del Club Atlético Estudiantes.

“Siempre detrás de un jugador de rugby destacado hay una construcción colectiva. El rugby es el deporte colectivo por excelencia, por lo que es lógico que sea así. Detrás de cada figura destacada hay un club que lo formó y un montón de maestros que desde el anonimato y el amor por una camiseta le dedicaron desinteresadamente horas de su vida para que ese jugador llegue a estar donde está. Los jugadores de rugby para los clubes son como hijos”, sintetizó.

PRESENTE Y FUTURO

Por su lado, Sebastián Arrías, presidente de la Subcomisión de rugby del Club Tilcara, se refirió a las bajas de estos jugadores en sus entidades de origen y deslizó: “Seguramente afecte al equipo pero es parte de la realidad del rugby de nuestro país. Como ventaja creo que esos jugadores en vez de irse a Europa, están contenidos y disfrutan de un rugby profesional en el país. Permite la evolución individual de cada jugador y depende de él, si sabe y quiere transmitir su vivencia. Eso también puede beneficiar al club”.

Al respecto, Fouces señaló: “Que un jugador sea convocado a estas franquicias se presenta como una señal externa de que en el club se están haciendo bien las cosas. Es un reconocimiento al trabajo y un importante desafío para redoblar esfuerzos. No le veo ninguna desventaja. Quizás, que lo vas a extrañar un poquito, pero se te pasa cuando lo ves jugar con los mejores, sabiendo que está disfrutando, que está mejorando su juego y que después de una forma u otra lo va a devolver al club.

“Este es un proyecto pensado y llevado a cabo por los que tienen la responsabilidad de llevar adelante el rugby argentino y de la región. Hay que darle tiempo y apoyarlo”, valoró Fouces. “En las temporadas que pasaron fueron muchos los jugadores argentinos en las diferentes franquicias que pudieron respirar rugby durante varios meses, siendo ésta su única preocupación. De hecho, desde esta liga varios llegaron a Los Pumas o a clubes importantes de Europa.

¿EL CAMINO CORRECTO?

“El rugby amateur hace muchos años transita una línea muy delgada entre el amateurismo, pero con exigencias profesionales. Esto, tanto para jugadores, como para dirigentes y todos los que participamos del deporte. Hace años y cada vez más, veo que un jugador del club tiene una dedicación y compromiso con el rugby que no dista en nada a un jugador profesional. Eso denota un gran esfuerzo y compromiso con el deporte y con el club”, sostuvo el directivo del CAE.

“Los clubes debemos ser muy honestos con el deporte y no confundir a los deportistas. Los jugadores del rugby argentino de clubes son amateurs. No está bien inventar cosas raras para sustentar proyectos deportivos. No sirve y no tiene futuro. Los proyectos se deben sustentar en la historia de cada club, en el compromiso con el deporte y en los jugadores que cada institución formó desde chicos”, reconoció.

Por su parte, Arrías dijo: “Es uno de los caminos, no creo el único. Claramente lo demuestran los números y el éxodo de jugadores que hoy desde Argentina parten a España, Italia e incluso a otros lugares como Portugal, Holanda y demás. Creo y no menos importante, otro camino sería volver al Campeonato Argentino de Mayores. De hecho, varias uniones ya están disputando con sus seleccionados mayores partidos amistosos en las ventanas del calendario UAR. Se deben crear los ámbitos donde el jugador sienta el rugby y pueda desarrollarse”.

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