Nos preguntaban ayer cual es el secreto que explique los éxitos de Duendes y les digo que no hay ninguno, que hay mucha gente trabajando, como entrenadores la mayoría de los ex jugadores…
… y en las demás funciones, «viejos dirigentes» acompañando a los nuevos y muchos padres, todos luchando para un mismo objetivo, educar a nuestros hijos y divertirnos con el juego que tanto nos gusta.
Todo esto puertas adentro y puertas afuera, cultivando amistades y el respeto de los demás porque siendo un club pequeño, desde las bases del juego del rugby, tratamos de hacer las cosas lo mejor posible…
Hugo Esteban Chesta (ex Presidente de Duendes)
Debo señalar que este muy buen amigo es uno de los ex Presidentes del ejemplo Duendes, trabajando codo a codo con los actuales dirigentes y agradecía diciendo, «hola Manuel, gracias por tus felicitaciones que se que son muy sinceras...».
A raíz de ello escribí esto:
Las internas siempre han sido indeseables. No importa si se trata de un gobierno nacional provincial o municipal; si es en un partido político; en una entidad deportiva; una ONG o simplemente una cooperadora escolar. En todos lados las desmedidas aspiraciones y/o ambiciones personales producen grietas profundas que a su vez dejan heridas muy difíciles de suturar con el tiempo. De una forma o de otra son indeseables.
Suele suceder sean exitosas o negativas las gestiones en todos los casos. Si son exitosas es porque la envidia por lo bien hecho o por no permitir que intereses personales vayan en contra de determinadas personas enervan a incapaces que de esta forma pretender socavar la gestión y si son negativas surge de los que no sabiendo canalizar sus inquietudes buscan minar el poder. Por uno u otro proceso se abren brechas que se van agrandando con el paso del tiempo o cuando una de las partes cree llegado el momento de dar paso a “nueva gente”.
El problema es cuando esa “nueva gente” llega contaminada por un sentimiento de venganza hacia lo anterior sin importarle si lo que hizo fue beneficioso para la gestión, revolviendo casos perimidos de incapaces desubicados en su momento pero “amigos” de los que llegan.
Cuando más chico es el espacio, más brutal es la cosa. Hay que desterrar de la vista todo lo bueno conformado en el anterior ciclo de manera de no dejar rastros para que nadie se anime a reivindicarlo.
En el deporte ya es moneda corriente y son muy pocos los que logran despegarse de estas prácticas. Obviamente el rugby es parte del deporte y no es la excepción. Ocurre en clubes multidisciplinarios o en los dedicados primordialmente a este deporte, adquiriendo en algunos un cariz dramático.
Hay que “limpiar” todo así haya sido bien hecho e indudablemente exitoso. Muchas veces se recurre a personas desactualizadas en los nuevos tiempos que como es natural recurren a viejos preceptos, muchas veces superadas, pero con métodos modernos que desgarran instituciones.
Si fundamentalmente el éxito ha sido en lo deportivo lo primero que se intenta es descabezar a la conducción olvidándose que estas no son “políticas” sino muchas veces “profesionales”, sean pagos o no. Cuando hablo de profesionales no es porque sean remunerados en sus tareas, sino por su gran dedicación que incluye que muchas veces sean importantes aportantes económicos de esos espacios.
El crecimiento casi siempre es absolutamente opuesto a gestiones personales muy negativas de personas vengativas que ven su oportunidad de reposicionarse no por sus buenas gestiones, sino por simple amiguismo.
Poco les importa a estas personas su creciente desprestigio. Lo único que desean es desarmar todo lo anterior, buscando gente no capacitada para reemplazar a cuadros exitosos de probada calidad humana y técnica.
Cuando se habla de todas estas cosas a uno lo sume en una gran tristeza, sobre todo porque haya gente que desea el mal de otros para provecho propio sin medir las graves consecuencias que acarrea para un club al que dicen querer.
No es extraño, seguramente ya lo intentaron en el propio club en épocas pasadas y superadas y también en otras entidades de las que fueron exonerados por incapacidad manifiesta.
Esto no ocurre en un solo club o entidad aislada. Cotidianamente lo vemos desde el más alto poder hasta las más humildes de las instituciones.
Las internas son indeseables, de eso no tengo dudas.
Abracemos los buenos ejemplos, que no abundan, pero los hay. Duendes es uno de ellos.
Por Manuel Arrias, especial para Tercer Tiempo