Franco Pizzio, de Curiyú en el CRAI: «Con humildad, perseverancia y sacrificio se logran los objetivos»

Con el paso del tiempo se pierden muchas cosas. Se puede disipar la fuerza, la celeridad o una simple imagen que te escoltó por una época y te ha llevado a jerarquizarte de un modo en un sector. Sin embargo, los valores adquiridos en el albor de la vida, perdurarán imperecederamente.

Se puede ser un nómade como las golondrinas viajando cientos de kilómetros hacia otros trópicos, en búsqueda de alimentos, en un confort de su hábitat o por una sencilla complacencia climática. Se puede cambiar de rumbo y atravesar fronteras, pero las virtudes adquiridas en la mocedad permanecerán asiduamente.

Esta vez, desde Chajarí a Santa Fe. Franco Pizzio, es un sinónimo de humildad, constancia y empeño, elementos cultivados en Curiyú y que se convirtieron en herramientas indispensables para eludir las barreras que se le implantaron en diferentes circunstancias.

En una charla amena a través de una comunicación telefónica con Tercer Tiempo, el primera línea chajariense, actualmente en el Club de Rugby Ateneo Inmaculada, repasó su historia, marcada por el esfuerzo y las cualidades que forjan la filosofía del rugby que rigen como insignia en su cotidianidad.

SENSACIONES

-¿Cómo fueron esos primeros pasos en el rugby?
-Empecé a vincularme a fines del 2010. Diego Contenti –su cuñado-, me insistía que vaya a practicar Curiyú, ya que tenía un tamaño corporal, podía aprovecharlo y me desarrollaría más aún. Comencé a dar mis primeros pasos y es un deporte que me da una pasión enorme por la disciplina que implica, el compañerismo que se siente al pertenecer y ser parte de un club.

-¿Y cómo era ese contexto?
-Mi situación en ese momento era compleja. Vengo de un grupo familiar humilde, de escasos recursos y soy el menor de cuatro hermanos, sin embargo, mi relación con ellos siempre fue buena -deslizó entre risas-. Trabajé desde muy chico y eso era una gran dificultad cuando tenía que organizarme para estudiar y entrenar. Estoy agradecido a mi entorno, porque siempre me implicó ser una persona responsable y que con sacrificio podría lograr las metas que me proponga.

-¿Y con qué te encontraste en el club?
-Me marcó encontrar un grupo humano, no solamente en el club, sino también en amigos, que actualmente seguimos en contacto, me animaban a superar los obstáculos que se me presentaban. Recuerdo que, disfrutaba cuando entraba en el scrum y metía tackles, defender los colores del club la verde y blanca. Simplemente era feliz con esas cosas.

Franco Pizzio (parado al extremo derecho de la imagen) junto al plantel juvenil de Curiyú.

-¿Con qué soñabas en ese momento?
-Siempre quería vestir la camiseta de la Unión Entrerriana de Rugby y lo pude concretar. Anhelaba con creces ese momento, había algo que me atraía muchísimo. Por otro lado, perseguía llegar a personas que no conocían este deporte, mostrando lo que sabía y el ambiente que lo envuelve.

-Me imagino que también deseabas el debut en primera…
-Fue un momento muy esperado. Debuté en la primera, siendo muy joven, a los 17 años. Representaba los colores de mi club y estar con el plantel superior en el club que me vio nacer, era una meta concretada. Se dió en Crespo, un cotejo duro y ajustado, pero ganamos. Roberto Echevarne y Sergio Dell’Orto me ayudaron mucho en mis primeros pasos, me brindaron un elemento fundamental, la confianza, porque tenía incertidumbre sobre lo que podía llegar a suceder.

-¿Qué significan Curiyú y Chajarí para vos?
-Son mis primeros hogares, quienes vieron mis primeras andanzas en mi vida, en el rugby. Nací y crecí en ese lugar, mi familia y mis amigos están allá, siempre vuelvo con mucha alegría a mi ciudad. Cuando recibo mensajes para poder compartir la cancha, ya sea en un entrenamiento con el plantel superior o las juveniles del club, me pone muy contento  que me recuerden y trato de devolverles algo de todo lo que me dieron en mi paso por ese lugar tan importante para mí.

-Pero, con el transcurso del tiempo, concretaste el sueño de vestir los colores de Entre Ríos…
-Después de algunos años, se me cumplió el sueño de jugar en la UER y fue el Campeonato Argentino Juvenil para Menores de 18 años. Es una etapa muy significativa en mí vida, ya que, se presentaron muchos inconvenientes por superar. Todavía jugaba en Curiyú cuando me convocaron y debía viajar tres o cuatro veces por semana a Paraná, por lo tanto, eso implicaba gastos que junto a mi familia no podíamos afrontar. Mi cuñado, -quién lo había motivado a iniciar en este deporte- me apoyaba económicamente en lo que estaba a su alcance. Asimismo, mi familia y amigos realizaban beneficios, cómo la venta de comida para ayudarme a solventar los gastos, que eran muchos. Con el correr de las semanas los chicos de los clubes paranaenses -Rowing, Tilcara y Estudiantes- me ayudaron, facilitándome el alojamiento en sus casas o brindándome un plato de comida diaria.

En esta etapa, también logre medirme contra un equipo de Sudáfrica, que estaba muy bien preparado para enfrentar a cualquier rival que se le opusiera y tuvimos una derrota por dos puntos. Fue algo muy emocionante por todo el sacrificio que estaba realizando para lograr cumplir mis objetivos. Además, integrar el plantel de Desarrollo fue un gran privilegio.

Pizzio (a la derecha de la imagen) en la previa de un encuentro con la camiseta de la Unión Entrerriana de Rugby.

-¿Cómo incidió esta etapa en tu vida y en tu carrera?
-Me dejó un aprendizaje muy importante en lo personal, me enseño que desde la humildad, la perseverancia y la constancia se pueden lograr los objetivos que uno se propone. Conocí personas importantes como Daniel Gallardo que me dio una mano para conocer gente de otros clubes de Paraná que se interesaron en mí. También apareció CRAI y el CASI, de Buenos Aires. Era muy difícil elegir mi destino cuando se interesaron grandes clubes. Fue un desafío.

-¿Y por qué elegiste marcharte a CRAI?
-Tuve muchas posibilidades de elegir otros clubes, pero la ciudad de Santa Fe me parecía agradable y sus ciudadanos también. Y eso sucedió, la gente de CRAI me recibió con los brazos abiertos desde el primer momento. El club me dió la posibilidad de probarme unos días para ver si me sentía cómodo, porque dejaba atrás a mi ciudad, familia, amigos, mi club… prácticamente era una nueva aventura. También me otorgaba la posibilidad de tener un lugar donde quedarme, trabajo y continuar mis estudios.
En primera instancia, comencé a competir en la reserva, teniendo 19 años. Disputamos el torneo Veco Villegas con la M19 y sentí que logré ir hacia adelante nuevamente. De esta manera, a los 20 años pude debutar en la primera de CRAI. Me inundaban los nervios por la oportunidad que se me presentaba y trataba de focalizarme en mis objetivos y en lograr entregar lo mejor de para el equipo.

-¿Cómo fue esa transición?
-Fue duro. Era comenzar otra vez, conocer a mis compañeros, a los entrenadores, adaptarme a un sistema de juego, teniendo en cuenta que los entrenamientos eran muy exigentes. Me tuve que acostumbrar a una forma de vida muy diferente a la que llevaba en mi ciudad natal, ya que poseía la responsabilidad de seguir una dieta extricta y todavía mi situación no era muy buena económicamente. Realizaba trabajos de albañilería y refacciones para solventar los gastos del día a día. En el club ingresé becado y me ayudaba para pagar el alojamiento y la cuota societaria del mismo.
La institución me marcó en relación a adquirir una disciplina de juego y de vida que me sirve día a día para focalizarme en mis objetivos. Además, en el gitano conocí una gran familia muy solidaria e hice grandes amigos.


Franco, es un soldado en el Ejército Liceo Militar General Belgrano de la ciudad de Santa Fe. Allí, se desempeña en el sector de Educación Física, dónde entrena y brinda clases de rugby a los cadetes que asisten a la escuela que se encuentra en el mismo establecimiento. “Me siento muy bien haciendo esto y es un placer”, dijo.

Por su parte, en condiciones normales, al caer la tarde el forward asiste diariamente a una Escuela de Enseñanza Media Para Adultos –EEMPA- para finalizar sus estudios secundarios.


-Y la última temporada fue bastante complicada en cuánto a lo deportivo…
-El año pasado sufrí una lesión en la rodilla y estuve ocho meses sin jugar. Realicé trabajos intensos para recuperarme de la cirugía que, gracias a Ezequiel Gonzales –kinesiólogo del club-, me permitió llevar a cabo una rehabilitación personalizada. Logré el objetivo y pude volver a la cancha este año. Destaco que, en el plantel hay compañerismo, apoyo constante, la humildad y la solidaridad. Las ganas de mejorar en cada práctica y superar los errores cometidos para que no vuelvan a ocurrir, es algo muy distintivo en nosotros. En relación, el staff está compuesto por un gran grupo humano que están pendientes de las necesidades deportivas que tiene cada jugador y nos exigen lo necesario para dar lo mejor de sí en cada partido.  Hector Salva, Humberto Dere, Luciano Bortondello, Julio Vigetti, Gonzalo Carrasco y Gildo Radín, son pilares para nosotros.

-¿Cuáles son tus próximos objetivos deportivos? 
-En lo personal, quiero continuar estudiando un profesorado, y me voy a seguir perfeccionando en el deporte que tanta apasiona. En tanto, en la faceta deportiva me gustaría que en algún momento surja la posibilidad de jugar en Europa. Sería una experiencia increíble.

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