Qué el árbitro, que el barro, que el line sí y el scrum no, que la facu, que la luz, la Unión no nos quiere y el periodista tendencioso, entre otras tantas siempre aparecen escusas para justificar alguna derrota o un mal año. Nadie quiere analizar el fondo de la cuestión. Nadie descubre que se ha elegido el camino más corto. Pocos se dan cuenta de que así están construyendo un team vulnerable y de poco alcance, sin esperanza. Es tarea de los encargados, de los Directores Deportivos nacidos en los clubes en los últimos tiempos, claro.
POR JORGE MAZZIERI
El camino de la felicidad es otro. Se entiende que para cualquier escuadra de rugby que inicia un ciclo, entre otras es crear las propias fuerzas, creer en ellas y desarrollarlas. Y desde ahí fortalecerlas en base al trabajo, la humildad y la honestidad para no tan solo no retroceder ante cualquier adversidad sino, fundamentalmente, y de esa manera, con la convicción que les otorga esa preparación, hacer desaparecer el recurso de que la culpa de lo que les pasa es del otro. Entender, y aceptar realmente, de que el rugby es tener al adversario enfrente de manera permanente, es el desafío. De tal forma, si retroceden y son vulnerados es porque no están preparados para llegar al nivel de esa circunstancia. Es entonces ése el resultado del test. Concretamente, todavía la culpa es de ustedes, no de los otros.
Llegar a develar la importancia de la propia fuerza será obtener el título de una verdadera escuadra de rugby. Es entonces que el mismo impulso, el que otorga la confianza del logro, los inducirá a descubrir argumentos para hacerla crecer. Y es ahí cuando se habrá llegado al punto máximo de la convicción, lugar del que nunca deberán bajarse. Por el contrario, con honestidad y humildad hacerlo crecer.
En la síntesis, la propia fuerza es la calidad analítica-espiritual-estratégica-técnica-física-táctica y moral llevada a la máxima expresión. Esa fortaleza seguramente nunca será vulnerada. Ni el mal resultado del partido, o no ocupar el mejor lugar en el podio los hará retroceder. Después, cuando ya no jueguen al rugby, esas propias fuerzas seguirán con ustedes y serán ellas las abrepuertas en todos los otros aspectos de la vida.