El deporte es símbolo de inclusión y el rugby no es la excepción, puesto que es una disciplina a la que todos, sin distinción de contextura física, talla, peso, etc., pueden jugar.
En una iniciativa que busca promover valores y generar mejoras desde distintos factores psicológicos, el equipo de rugby “Caranchos” ya es una realidad en Gualeguaychú. La propuesta tuvo su origen en la Granja Penal N°9 Colonia El Potrero, en 2019, en articulación con diferentes actores sociales como: UP9, Granja el Potrero, el Club Central Entrerriano y la ONG “Comunidad Espartana”.
En diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS, la psicóloga social Magalí Siri, quien dentro de un gran equipo interdisciplinario de la UP N° 9 oficia como nexo entre las partes involucradas, contó los detalles de esta loable puesta en marcha, del mismo modo en el que dio cuenta de sus avances y expansión.
El rugby en particular, tiene una filosofía especial. La caballerosidad y lealtad con el juego; el respeto al rival, a los propios compañeros, al referee y a las normas; el caer y levantarse siempre, son algunas de las premisas que pregona esta disciplina. El espíritu de este deporte, bien puede encontrar similitudes con la cotidianeidad de cualquier persona. Barajar y dar de nuevo. Trabajar sobre la inclusión y la recreación, de eso se trata.
EN ACCIÓN
“Este proyecto surge entendiendo que este lazo, entre distintas organizaciones propicia un claro enfoque de Derechos Humanos y es por esto que se propone trabajar con el equipo orientador de “Comunidad Espartana”, ONG que tiene como misión transformar la vida de las personas privadas de su libertad para su integración social, laboral y afectiva, a través de cuatro pilares fundamentales como líneas de abordaje: práctica del rugby, la espiritualidad, la educación y la vinculación con el mundo del trabajo”, comentó la profesional.
“Con un lineamiento psicosocial que implica que las personas desarrollen habilidades socioemocionales y laborales para su reinserción social afectiva y elaborar procesos estigmatizantes. Actualmente, por un lado, el equipo de entrenamiento está a cargo de: Agustin Barrere y Alfonso Casenave (Club Central Entrerriano) quienes asisten todos los jueves por la tarde a la Unidad Penal para realizar las prácticas. Cabe destacar que también son acompañados por un equipo de mujeres que apuntalan en conjunto cada entrenamiento, de manera desinteresada, y con plena vocación de servicio”, expresó.
El último jueves de agosto, hubo una jornada de capacitación compartida en el Penal de San Martín, provincia de Buenos Aires, donde se realizó la “II Convención Internacional de la Comunidad Espartana”. El enfoque estuvo centrado en la vinculación con todos los referentes zonales como por ejemplo: Comunidad Espartana de Perú, España, Uruguay, y de Argentina, presente en 23 provincias. Una de ellas, Entre Ríos. “Fue un encuentro para compartir experiencias y fortalecer las prácticas de abordaje integral”, indicó Siri.
A LA CANCHA
Alfonso Casenave, más conocido como ‘Mataco’ en el ámbito del rugby provincial, es uno de los protagonistas de la propuesta, expandiendo la idiosincrasia del rugby.
“Nos contactaron Magali Siri y Daniela Goette desde la reserva El Potrero por medio de Roque Gusmeroli, ex penitenciario para que les brindemos nuestro apoyo y asistencia deportiva en la granja penal Nº9 Colonia El Potrero. Aceptamos la propuesta sin dudarlo, sabiendo que podíamos ayudar a la causa y Sabiendo que teníamos total apoyo de jugadores, entrenadores y dirigentes de nuestro club”, declaró. “Fue así que cargamos los materiales en los autos como podíamos, llevamos pelotas, colchonetas, bolsas de tackle y demás elementos. Es algo magnífico. La primera sensación fue de incertidumbre, dudas, temor y a su vez, con muchas expectativas y ansiedad por ayudar”, señaló.
“Desde que comenzamos con este proyecto siento en lo personal que aprendí muchísimo. Primeramente, una de las cosas que aprendí fue que estar privado de la libertad es algo que le puede pasar a cualquiera. Muchas veces podemos cometer un error al volante o a través de una emoción violenta y terminar en una Unidad Penal”, sostuvo el entrerriano y agregó: “Los internos tienen mucho respeto y valoran el tiempo que uno les dispensa. Una persona privada de su libertad es parte de la sociedad y uno debe preguntarse, ¿cómo quiere que esa persona se reinserte?”
“Hay cosas que nos conmueven ahí adentro… siempre terminamos las prácticas con una ronda final, donde nos motivamos y arengamos unos a otros. Una vez, un interno nos dijo que él esperaba con ansias la llegada del jueves para entrenar; que él no tenía visitas y que su visita éramos nosotros. Se nos erizaba la piel al escuchar eso por parte de alguien que cometió un error en su vida y quiere salir adelante”, concluyó.