Nuestro rugby simboliza solidaridad, fuerza, honestidad y sobre todo respeto.
La llegada de la Rugby Championsihp ha sido muy mal interpretada por algunos seudos periodistas que sin saber nada de su idiosincrasia y de su espíritu han apelado a desgraciados términos y/o acciones futboleras que provocan vergüenza ajena.
Tipos que jamás le dieron un poco de espacio al rugby se llenaron la boca o escribieron en la previa con los mismos aires triunfalistas de “ser los mejores del mundo”, pero nunca poder demostrarlo. Daban como hecho que Los Pumas iban por su primera victoria ante los All Blacks, sin importarles ni los antecedentes más recientes, ni el poderío de los campeones del mundo.
Ese constante repiqueteo en casi todos los medios de comunicación de la Argentina, excepto los especializados, llego a crear un clima poco propicio para los propios Pumas y tal vez obligarlos a jugar presionados y de esa forma ser muy distintos de la realidad.
Esta realidad nos golpeo duró, con los jugadores argentinos dejando todo dentro de la cancha, pero sin poder detener esa máquina de anotar puntos que es Nueva Zelanda.
Pero a tanto llego el nefasto clima instalado por los medios, que el público del rugby, absolutamente respetuoso en la gran mayoría de los cosas, con una cultura deportiva admirada aún porque quienes reniegan de nuestro deporte, cayo en la trampa.
No estuve en el estadio de La Plata; lo seguí por televisión, pero tuve vergüenza ajena cuando los muchachos de negro realizaban el hacka y como telón de fondo afloraron los silbidos futboleros. Me invadió una gran tristeza.
El rugby argentino no se lo merece.
Por suerte la mayoría de los presentes en La Plata premiaron la final del partido con aplausos para unos y otros.
Los Pumas llegaron a este torneo por méritos propios; jugando lealmente contra todos; ganando, empatando o perdiendo, pero siempre con la frente alta.
La Unión Argentina hizo todo bien, no solo consiguiendo sumarse a este rugby de elite, sino también creando los medios para que puedan jugar de igual a igual.
Ahora solo queda Australia en este primer torneo para la Argentina. Los Pumas no serán ni más ni menos si ganan, empatan o pierden.
Yo espero, ansío, que esos desubicados silbidos no vuelvan a una cancha de rugby.
El rugby no se lo merece.
Manuel Arrías, especial para Tercer Tiempo