Tras su tránsito profesional durante el primer semestre junto a la franquicia cordobesa Dogos XV, subcampeona del Súper Rugby Américas, el paranaense Lautaro Cipriani volvió a su segundo hogar: el Club Tilcara.
‘Tatu’, como es conocido en el ambiente, dialogó con MIRADOR ENTRE RÍOS y dio cuenta del balance luego de una experiencia sumamente enriquecedora. Con 20 años -nació el 23 de mayo de 2003-, ya estuvo en el radar de Los Pumitas y hoy, continúa entrenándose en la Academia Litoral, siendo observado al mismo tiempo por los seleccionadores de Argentina XV.
Con la felicidad de haber atravesado una etapa diferente y de grandes desafíos, avizorando un futuro sumamente promisorio, Cipriani da cuenta con su propia historia que nada de su óptimo presente, es fruto de la casualidad. Superó más de un obstáculo hasta alcanzar distintas metas en su vida. Del mismo modo, tampoco relega lo que viene con la entidad de sus amores junto a sus amigos y planea ir por todo en un 2023 visiblemente cargado.
-¿Qué balance hacés de esta primera experiencia profesional que te tocó afrontar?
– Simplemente fue algo increíble, distinto a todo lo acostumbrado, ya sea en el plano personal como en lo deportivo. En lo particular, vivir junto con dos amigos como Román Pretz y Juan Mernes, fue fantástico. Son dos grandes personas. Y en lo rugbístico, estuvimos muy cerca del título, se nos escapó por poco. No obstante el balance para mí es muy positivo. Hay que rescatar que Dogos XV era prácticamente un equipo Sub 23, con jóvenes de muy poca experiencia que llegamos a la final del torneo y lo tuvimos a tiro para ganarlo hasta la última jugada, en la propia casa del campeón defensor, como Peñarol.
Al profesionalismo hay que saber entenderlo. Aprendí con esta experiencia que en el profesionalismo también hay que ser consciente de que por más que uno esté adentro o afuera del equipo, hay que tirar siempre para el mismo lado que el resto del plantel y después, analizar más que nada las razones de cada situación.
Siento que con esta experiencia que viví, crecí como jugador y como persona. En enero era uno y hoy soy otro, con un aprendizaje muy importante que fui adquiriendo en estos seis meses.
Tampoco fueron todos momentos color de rosa. La primera etapa fue dura. Quizás los primeros dos o tres meses, hasta que entendí cuál era el objetivo. Así que empecé a esforzarme el doble hasta que me gané la titularidad. Ahí se hizo todo mucho más lindo y más más llevadero.
-¿Esperabas encontrarte con el nivel deportivo que hallaste en este Súper Rugby Américas? ¿Cómo sobrellevaste la vida de un jugador profesional?
-Sin dudas, están los mejores jugadores del continente. El rigor físico del torneo es tremendo. Tenés que llegar 100% entrenado y saber que en cada partido tenés que dar todavía más de lo que tenés.
Al cabo del campeonato, el staff nos dijo que tuvimos un buen papel. En líneas generales, la mayoría pudo jugar. Fueron muy poquitos los jugadores que no alcanzaron a debutar.
Me quedé realmente muy contento con lo vivido, por lo que ahora quiero seguir entrenando al máximo para que ojalá el año que viene haya otras franquicias nuevas oportunidades. Al día siguiente de la final que perdimos en Montevideo, me puse como objetivo estar en el campeonato del año que viene.
En la diaria la pasamos muy bien. Los entrenamientos arrancaban a las 7.45 y terminaban a las 12.30. Esto incluía gimnasio, práctica de campo y análisis de video. Después, era tiempo de volver cada uno a su casa, cansado, pero con el resto de la jornada para hacer lo que uno quisiera. Ya sea trabajar en otra cosa, estudiar y relajarse.
-¿Cómo fue volver a Tilcara después de esta primera etapa del año tan diferente que tuviste?
-Estoy muy contento de haber vuelto también. Si no fuese por mi club y mis amigos, no hubiera podido llegar a ningún lado. Si bien hay un esfuerzo individual enorme, el rugby es un deporte colectivo por excelencia. En Tilcara este año me encontré con un equipo muy joven, con muchas ganas de aprender y mucho compromiso, con el objetivo principal de ascender a la máxima categoría del Regional del Litoral. Por el momento, me está costando un poco adaptarme al sistema de juego que viene desarrollando el equipo, ya que tengo pocos entrenamientos con los chicos, pero le veo muy buen futuro al grupo.
-Me imagino después de semejante comienzo de año, el desafío será no bajar la vara. ¿Cómo se logra?
-En principio, mi plan es continuar todo este año en Tilcara, entrenándome con intensidad. Después quizás surgen chances de sumarme a los seleccionados de Seven y apuntar hacia el Seven de la República. Otra ilusión que tengo, es poder tener una chance en Argentina XV. En estos meses habrá una concentración pensando en una gira. Tengo muchas expectativas puestas ahí.
Sin dudas, siempre manteniendo firme entre ceja y ceja el objetivo de Tilcara para este año, que es el ascenso. Creo que una cosa puede ir llevando a la otra. Pienso mantenerme en forma para no bajar el nivel y estar siempre dispuesto al ciento por ciento. No por haber vuelto al club, a mi casa, voy a relajarme ni a bajar la intensidad con la que vengo. Ojalá también pueda contagiar a mis compañeros y transmitir principalmente a los infantiles y juveniles lo vivido.
-Y justamente a las divisiones formativas, ¿cuál es el mensaje que les darías?
-Primero que nada, que si tienen compromiso y un objetivo claro, llegar será cuestión de entrenamiento y convicción. A mí de chico me decían que no iba a llegar a nada y eso me motivó todavía más para alcanzar los objetivos que logré. En juveniles tuve ese factor negativo. Puntualmente me decían que por mi baja estatura no iba a llegar a ningún lado y entrenando, sin escuchar esas voces, fue que seguí adelante y aproveché al máximo cada oportunidad que tuve. Esta vez, tuve la chance de poder jugar en una franquicia profesional, por ejemplo, y creo haberla aprovechado al máximo.