Las condiciones exógenas conspiraron contra el espectáculo. Viernes a la noche, 13°C de frío, General Paz colapsada, un rival sin renombre ni figuras, un presente nebuloso de los Jaguares. No extrañó entonces que la concurrencia a Vélez haya sido exigua.
Los 4.122 espectadores que presenciaron la derrota 31-30 ante Southern Kings representaron la cifra más baja para una temporada en la que la asistencia mermó considerablemente respecto de la anterior. Entre los cambios que se propician para 2018 debe contemplarse la forma de atraer a más gente.
La despedida de los Jaguares de su público, en definitiva, termina dejando una imagen deslucida para la franquicia argentina, que todavía no consigue contagiar al público. Al menos esta vez no hubo silbidos como en las últimas presentaciones. Al equipo todavía le quedan dos partidos, aunque fuera de casa: el próximo sábado se enfrentarán a Waratahs en Sydney y finalizarán su participación el viernes 14 del corriente en Melbourne ante Rebels.
Muy lejos parecen haber quedado aquellos primeros partidos de 2016 ante Chiefs y Stormers cuando más de 18.000 personas vibraban con el juego frenético de los Jaguares. Una cifra que ni los propios organizadores esperaban cuando imaginaban a la cancha del CASI como sede de la franquicia.
En los ocho partidos de la presente campaña, 71.916 espectadores acompañaron a los Jaguares en Vélez según cifras oficiales, un promedio de 9000 por partido, bastante menos que los alrededor de 14.000 por match que fueron en los siete de la temporada debut. No se puede soslayar que los rivales de este año fueron inferiores que los del pasado: no es lo mismo ver a Sunwolves, Force y Cheetahs que a los Chiefs o los Highlanders.
Como rival de conferencia, Kings vino a Vélez las dos temporadas. Mientras que en su primera visita 12.000 espectadores presenciaron el partido, ayer la cifra bajó a casi un tercio. Fue la asistencia más baja, superando los 6900 del encuentro ante Sunwolves.
Claro que esta vez los sudafricanos, como se esperaba, presentaron una oposición mucho más incómoda que la del año pasado. Los Kings buscaban su quinta victoria y darle alcance a los Jaguares en la última posición de la conferencia. Pero más allá de que se insinuó como un equipo peligroso, fueron los propios errores de los argentinos los que complicaron su existencia.
Ya desde el inicio se repitió el déficit más preocupante: los errores de manejo y las consecuentes pérdidas de posesión. En el primer ataque solamente hubo cuatro entregas dentro de las 25 yardas rivales que terminaron, finalmente, con un penal en contra y sin puntos. La defensa demasiado permeable y la mala noche de Sánchez (2 de 6), más los dos intentos fallidos de Díaz Bonilla, tampoco ayudaron. Por momentos, el partido se convirtió en un concierto de errores de ambos lados.
Cuando Jaguares lograba calibrar, marcaba diferencias, e incluso logró varios tries de buena factura, tal su costumbre. Por ejemplo, el de Boffelli, en una jugada directa de line en mitad de cancha y asistido por un rastrón de Tuculet, o el del propio fullback, esta vez servido por el pie de Sánchez, al inicio del segundo tiempo.
El 25-14 parecía darle confianza a los argentinos, pero lejos de serenarse, los yerros continuaron. Dos tries de sendos wings sudafricanos dieron vuelta la historia (31-25), pero a cinco minutos del final un preciso kick cruzado de Díaz Bonilla le sirvió el try a Tuculet y le puso emoción al cierre, aunque falló la esquinada conversión (31-30). Hubo una oportunidad más, pero se esfumó como no podía ser de otra manera: con una pérdida por un error propio.
Para 2018, la intención primaria de la UAR es permanecer en Vélez, pero todavía las negociaciones no están encaminadas y el factor económico será determinante. Por lo pronto, los Jaguares tuvieron una fría despedida.