Si bien los ‘candidatos’, 1ro y 2do, Marista y Mendoza, habían quedado en el camino en semifinales (tbien jugadas sin cambiar mucho ningún equipo lo desarrollado a lo largo del año), tanto Los Tordos y Liceo, venían en franca levantada en la última parte de la ronda inicial, playoffs y semis.
En un torneo donde 4 o 5 equipos (si incluimos a Banco, que sorprendió durante gran parte del mismo yendo 1ro en la tabla) se destacaron por sobre el resto y siendo muy parejos entre ellos, en las últimas fechas, tanto Los Tordos y Liceo, sacaron ventaja sobre Marista y Mendoza. Y en esto, luego de 20 fechas de partidos (18 de la fase regular, más play off y semis), tuvo mucho que ver la base de gran cantidad de jugadores de ambos clubes en plantel superior (tienen más de 100 entre 1ra, inter, preinter A y B, este año en Mendoza no hubo M-23). De hecho son los únicos equipos de 1ra con preinter B o de Nivel 3 como se le llamó este año (hasta el pasado era Desarrollo). Como decía, este factor clave, además de los sistemas tácticos y los diferentes planteos de partidos, muy bien logrado por los entrenadores por otra parte, y/o de contar con ciertas destacadas individualidades, pesa mucho con el transcurrir de las fechas y el devenir de lesiones, armado de un grupo numeroso y muy parejo en cuanto a condiciones físicas y técnicas, lograr un buen clima de sana competencia interna, etc. Esa gran cantidad de jugadores (muchos de 19 o 20 promovidos este año) de ambos protagonistas de la final también en cierto modo fue la base de que llegaran muy bien físicamente y mantuvieran en todo momento el intenso ritmo de partido, y en consonancia con lo desarrollado por parte de los preparadores físicos desde la pretemporada.
Recalco sobre la importancia de estas divisiones, me refiero a las intermedias y sobre todo a las pre, mal llamadas divisiones difíciles o conflictivas muchas veces, por diferencias de edades, de intereses en cuanto al juego o en general, porque es ahí donde un club florece, donde se hace grande, porque ahí se forjan y mantienen más que jugadores, las personas que llenan un club, siendo durante tal vez, o seguramente, después, o entrenadores, o árbitros, meros e infaltables colaboradores y ‘arremangadores detrás de cámara’, entusiastas en cuanto partido haya y más allá de la inclemencias climáticas y demás, o simples ocupantes de un lugarcito en una mesita de terraza o donde sea, pero siempre dispuestos a dar una mano y seguramente rodeados de un más o menos numeroso grupo de amigos.
Los Tordos R.C. supo tener su hegemonía durante la década de los ’90 y principios del 2000, con un juego desplegado de gran calidad técnica y jugadores realmente desequilibrantes sobre todo en sus backs, con figuras rutilantes como Gabriel ‘Artista’ Andía, Francisco Lola, Pablo Cremaschi, Emilio Saurina, Agustín Orrico, Leandro Speroni, Matías Brandi, entre otros, y del puma Miguel Bertranou y Martín Cassone, entre la tercera línea. Un equipazo con una dinámica, unas jugadas profundísimas y sorpresivas con sus backs, que casi siempre quebraban la línea de la ventaja, cuando no terminaba en try la jugada, hilvanadas y fructíferas hasta desde las fijas.
Hoy se puede decir que se ha recobrado gran parte de aquello, sí, no con tanto nombre, pero sí con ‘hambre’, con un espíritu, una garra de campeón, una predisposición para el tackle y para el juego en general (tuvo, de hecho la defensa menos vencida), admirables y dignos de reconocimiento. En la final y sólo como pequeña muestra de lo que se vio, sólo la tercera línea, tackleó y ‘controló’ en todo momento a la fortísima y experimentada tercera línea rival (por caso, con hasta 20kg de desventaja por puesto!). De hecho hubo ciertas especulaciones en la previa sobre que Liceo ganaba cómodamente, tal vez basándose en que podían prevalecer de forwards (realmente jugadores consagrados y de gran envergadura física como Baez, Barni, Cortese, Alvarado, Zaniuk, todos cerca de los 100kg y buena talla).
Lo cierto es que Liceo no sometió a su rival con sus forwards, o no se lo propuso o si fue así su rival no lo permitió. Con Emiliano Galiotti como abanderado del tackle, Liceo poco pudo hacer pegado a la formación (canal 1), y no intentó tampoco con el maul como antaño. Liceo viene cambiando su juego, tiene backs rápidos y jóvenes y apuesta más a un rugby integral, por algo fue campeón 3 veces en los últimos 5 años.
El campeón contó con un equipo más bien joven, pero con jugadores experimentados en puestos claves, como los medios, Patricio Bruno (figura del partido, que lo jugó gran parte con un vendaje incómodo que le afectaba la visual) y Germán Bustos (apertura regresado el año pasado del rugby italiano y que fuera además un motivador extra para el grupo con charlas o arengas oportunas durante el torneo), éstos además de entenderse casi de memoria, en las instancias finales sacaron a relucir aquella chapa de estrategas, de verdaderos manejadores de los tiempos del partido. Un lujo aparte verlos en acción. Dentro de los jóvenes, destacar la manera, el aplomo con que se aprestaron a jugar la final con tan solo 19 años (o 20) Pedro Lértora (metiendo, entre otras notables participaciones, un tackle ‘salvador’ en una jugada que parecía terminaba en try y en un momento de franca levantada de Liceo), Matías Di Paolis (destapándose y rompiéndola en aquel partido de play off contra el siempre combativo y tackleador Teqüe), Gonzalo Bertranou (convocado a Los Jaguares este año y ahí con Pedro Imhoff disputándose la 9, entró mucho por Bruno en el 2do tiempo, oportunista y gran tackleador, y además con llegada al try, entre los más destacados, el de la final) e Ignacio Orrico (seguro tackleador y con decisión para ir al frente, de su determinación y capacidad para ver el hueco, nació el primer try de la tarde, cediendo y sobre el tackle, para Baek), todos desequilibrantes en la final y durante casi todo el torneo, intercambiando posiciones en los backs. Justamente Andrés Baek, otro de los jóvenes baluartes del equipo, siempre muy bien ubicado, técnico y de un manejo digno de apertura, sagaz para ingeniárselas hasta para ‘arrancarle’ la pelota a un rival que lo viene a embestir, tamaña destreza si las hay! Galiotti se paró literalmente enfrente de Baez en el juego suelto y lo tackleó y paró 4 o 5 veces, de hecho en el try, también es tackleado, sólo que la jugada ya había desnivelado la defensa antes. De Federico Bär, el 8, podemos resaltar su seguridad en el juego aéreo, su técnica y limpio manejo de la base, además de su movilidad y repentización. La 2da, el aguerrido y también dúctil Marcos Genoud y Nicolás Ranieri, ‘obreritos’ como se dice, con el plus en la final de la aparición de Nicolás Ranieri en ‘la jugada’ del partido tras desequilibrante arremetida desde el fondo de Lértora y Orrico, participando en dos fases distintas del profundo y contundente continuado que culminara en el recién aludido try del ‘despierto’ Bertranou. De los tres de adelante, que tuvieron su recambio en el 2do tiempo en más de un partido, muy bien y sorprendiendo en el scrum, sobre todo Bernardo Vásquez, ingresado en el 2do y aguantando al ‘jaguar’ Alvarado, también recién ingresado y en duda (es más se dijo que no llegaba al encuentro) hasta último momento. Joel Moreta, quien aportó lo suyo al fijo, Chávez, liviano, pero corredor y esforzado hooker, junto a Guzmán, también firme en el scrum y maul, completaron la primera línea titular. Los centros de la final fueron Carlos Lizarraga y Armando Lértora que tuvieron que marcar a centros veloces como Aprea y Videla (que entró prontamente por el lesionado Maldonado). Tuvieron participación del juego general de ataque y algunos buenos tackles por el centro, aunque también en alguna (Liceo ataca mucho por el centro de la cancha o canal 2) fueron desbordados.
Realmente de las fijas (a priori con ciertas ventajas a favor de Liceo) sólo comentar de un par de inconvenientes en el scrum y line por bando (pelotas robadas o que terminaron en infracción) y sí una llamativa desconcentración en la recepción de salida por parte de Los Tordos (tiene jugadores de buen juego aéreo, pero sin embargo perdió 3 y los 3 primeros puntos de Liceo llegaron como consecuencia de esto), ya que la dinámica del juego, la emoción y la entrega total de los 30, colmaron las expectativas de las algo más de 6.000 personas que nos dimos cita en una algo fresca, pero linda y colorida tarde en La Carrodilla, Luján de Cuyo. Un marco imponente regalado por las hinchadas que colmaron las gradas: desbordantes de entusiasmo, con humos de colores, banderas, algunos disfrazados y mucho aliento del bueno.
Mención aparte al muy buen comportamiento y acompañamiento del público de la gran familia del rugby mendocino en general, viéndose muchos chicos, niños (cómo entraron orgullosos de sus jugadores de 1ra a dar la vuelta junto a ellos!), pero grandes y mujeres también.
Una gran y memorable tarde de rugby se vivió el último sábado en Mendoza, tal vez ya como precalentamiento del mega partido de Los Pumas contra Sudáfrica que se viene el próximo 24!
Qué siga la fiesta!
Por Mariano Lemoine, desde Mendoza, especial para Tercer Tiempo