Podría decirse que se nos fue un grande del rugby, pero Daniel ‘Mocho’ Pérez Magnelli fue más que un buen entrenador y visionario dirigente del rugby mendocino, fue un maestro de la vida!

Pueden dar fe de esto varios amigos y sobre todo su familia, que compartieron momentos y aprendieron tanto gracias a estar al lado de tan radiante ser humano. No la tuvo fácil los últimos tiempos, pero cómo lograba que esto no se notara, que pareciera todo lo contrario, llevando su cruz de una manera más que admirable y heroica!

Gracias, toda la familia del rugby está de pie, recordándote y trayéndote como ejemplo más que nunca.

Se le deben, o gracias a él se consiguieron muchas obras de índole material tanto en el campo empresarial como en el deportivo (el actual emplazamiento del Liceo Rugby Club y el mundial juvenil en 2005 entre otras), pero las que más lo retrataban o lo pintaban de cuerpo entero y llevaban su sello de fuego, las obras de carácter humano y espiritual (las muy sentidas y profundísimas palabras de despedida de su hijo Franco, sus dos hermanos y las de su gran amigo ‘Oli’ Rebman, dan testimonio de esto).

Gracias querido y ejemplar ‘Mocho’ por todo tu vasto legado de buen tipo. De Hombre de bien!

Querido y admiradísimo esposo y padre de familia. Ejemplo suficiente de todo un HOMBRE!

Cómo ayudaste y marcaste la cancha a tantos con tu consejo sabio, con tu trascendente insistencia, con tu incomparable ejemplo de vida!…

… Y él seguía, iba y venía, se le acercaban a saludarlo y lo acompañaban amigos del rugby, de la vida, hermanos en la fe, conocidos admiradores también. El seguía andando en su silla, seguía dejando rastro hondo a su paso!

La misa del último domingo fue en honor a una gran figura humana, como para recordarla cuando uno titubea ante tanta estupidez mundana.

Un grande así no se va más!

¡Estarás siempre entre nuestros corazones!

¡Gracias por tanto!

Por Mariano Lemoine, desde Mendoza, especial para Tercer Tiempo