Unos 15 días atrás cuando Los Pumas le ganaban a Nueva Zelanda, personalmente deslizaba lo que siempre pensé respecto a los All Blacks. Para vencerlos, sea el seleccionado que fuere, la receta pasará por llevar adelante un día perfecto y bregar con sometimiento, para que ellos tengan su peor performance.
Ayer ocurrió todo lo contrario. Los oceánicos fueron implacables mientras que el representativo argentino resultó vapuleado y muy lejos del nivel expuesto principalmente en su primer encuentro de este Tri Nations.
¿El verdadero nivel de Los Pumas fue el de ayer o el de la primera fecha del torneo?
Por como llegaban ambos equipos a este certamen, era viable de esperar que suceda algo similar a lo que ocurrió este sábado. No obstante, la victoria histórica frente a los de negro y el empate ante los Wallabies hicieron elevar la vara de un equipo con un potencial enorme.
Ahora bien, no estaría mal recapitular y volver a las bases y a recordar los avatares que debió afrontar este plantel para llegar a Australia, cómo golpeó la pandemia al rugby argentino y al país en general y las decisiones tomadas en torno a ella.
Nada más acertado que lo que expresó este sábado el apertura tucumano Nicolás Sánchez al término del juego, en una entrevista televisiva: “No fuimos los mejores del mundo por haberle ganado a los All Blacks, ni somos los peores hoy por haber perdido frente a ellos”.
El escaso ritmo de competencia que tuvieron Los Pumas en el camino al estar más de un año sin jugar ni concentrar, sumado al desgaste propio de la exigencia que demanda tamaño campeonato como este Tri Nations, pueden resultar como algunos de los argumentos válidos o explicaciones posibles ante la actuación de ayer. Desde el juego, falto obtención, posesión y cuidado de la pelota. Y ante los rivales de turno, eso se paga muy caro.
Desde hoy, será momento de barajar y dar de nuevo para cerrar el año de la mejor manera posible. Con los pies sobre la tierra, el objetivo será el de siempre: mantener la humildad y el trabajo para desarrollar una semana perfecta y despedirse de Sídney bien arriba ante los dueños de casa el sábado venidero.