Últimamente han proliferado por distintas “redes sociales” manifestaciones referidas al comportamiento en las canchas de rugby, no de los jugadores, sino respecto del entorno que los rodea.
Muchas lindas palabras, ciertas sin lugar a dudas, pero que la hipocresía han convertido en huecas, sin sentido, que se alejan cada vez más del espíritu que debería estar por sobre todas las cosas.
Muchos de esos “autores intelectuales” se olvidan de lo que escriben apenas llegan a un partido de rugby en donde las circunstancias no los favorecen y se manifiestan con fuertes epítetos no solo a sus circunstanciales adversarios, sino hacia sus propios jugadores, referees y todo lo que los rodea.
A nadie le pasan inadvertidas estas situaciones pero prefieren mirar hacia otro lado o recurrir a excusas inadmisibles en personas educadas. Es la hipocresía casi habitual en estos tiempos en donde se declama mucho y se hace poco.
De nada sirven mil notas en las redes sociales; de nada sirven los carteles colocados en los diferentes clubes, ni cualquier campaña que pueda realizarse si son los propios autores u otros dirigentes los que toman las banderas del mal comportamiento. Cuál es el ejemplo que dan?
Cómo definimos a un dirigente?. Yo no tengo dudas que es una persona que debe lograr los medios y condiciones para el mejor desarrollo de una actividad. Dentro de esto las reglas de conducta en el rugby son prioritarias y nadie puede enseñar ni controlar su cumplimiento si no empieza por respetarlas.
Es la hipocresía baratija que se nos pretende imponer.
“No sólo hay que ser, sino parecer”, dice el dicho popular. Cuanta razón tiene.
Por Manuel Arrias