El equipo que desarrolla mejor y en un amplio abanico abarcativo a la mayor cantidad de recursos su potencial, será sin dudas una buena escuadra. Porque si bien el potencial late en cada jugador, la extensión es el engarce de este con el equipo de rugby. Se trata de la posibilidad. Es el futuro. Y el cuerpo técnico encontrará la manera de llegar a convertir en calidad esa perspectiva. Es cierto también entonces que frente a la mejor andadura lograda, siempre estará presente la posibilidad de hacer crecer la calidad. Los límites los pondrá la racionalidad y a esta la conocerán, la descubrirán los encargados. Por cierto, dura e interesante tarea la de los Directores Deportivos.
El objetivo es el horizonte. Pero el viajero (el técnico) sabe que llegado a esa línea, aparecerá el nuevo horizonte y así hasta un límite también lógico. Las distintas edades, las aptitudes naturales del jugador, pondrán a los encargados en la tarea de crear las condiciones para extraer, y desarrollar, de manera conveniente el potencial de los distintos grupos de jugadores de rugby.
El desarrollo del juego de rugby, el de siempre avanzar, que con simpleza se lo puede definir en quiero pasar y vos no me dejás, es el que propone la actitud del deportista para superar la dificultad. Y esta, la actitud, anida también de manera potencial en cada uno. Su exposición también tendrá un límite, y lo marcará la racionalidad. Esta, la racionalidad, está escrita con letras muy claras en el reglamento del juego. Reitero, interesante tarea la de los Directores Deportivos de los clubes y también la de los pares de los seleccionados provinciales por cierto.
(POR JORGE MAZZIERI)