Toma de decisión y creatividad del jugador

Ya alguna referencia hicimos en la nota anterior sobre la toma de decisión, este gran tema, este gran campo, no sólo en el rugby o en el deporte, si no en la vida misma de cada uno.

Es que todo lo que hacemos o dejamos de hacer se basa en la toma de decisiones, que después, inexorablemente, más o menos deseadas o buscadas, más o menos previstas o imprevistas, estos actos, consecuencia de lo que elegimos o decidimos en su momento, surten sus respectivas consecuencias.

Ahora bien, volcándonos de lleno al rugby, vamos a empezar mencionando que todo jugador toma sus decisiones, un equipo tiene un plan de juego que se pone en práctica mediante la ejecución de ciertas decisiones y, por supuesto, el que elabora o traza ese plan es el entrenador (o entrenadores) que a su vez, suele ocurrir, que dicha estrategia o programa, va alineado o de acuerdo a una idea más abarcadora aún, que es la del propio club, identificado con un estilo propio de juego.

Es cierto que hay puestos en la cancha que se identifican o les incumbe más este tema, son los medios, número 9 y 10 respectivamente (no se me enojen los forwards, déjenme terminar, pero como breve anticipo, también el 8 es otro de los ‘intelectuales’ del equipo), pero esta categorización no es ni exhaustiva ni excluyente de las otras posiciones (no quiere decir que son los únicos jugadores que tienen que pensar, sí, sobre los que recae mayor responsabilidad en este ítem o factor clave del juego). Son éstos los encargados de la administración del juego, de cómo se va a usar la pelota (que tanto cuesta conseguir y de allí la vara tan alta al medir las decisiones de estos jugadores). Se puede decir que es su principal función adentro de la cancha: la de pensar (no la única).

Por eso es que se le enseña al apertura a que juegue con la cabeza levantada (por supuesto que también ayuda esa condición innata, ese talento natural, esa habilidad y ductilidad que despierta elogios en la tribuna a propios y ‘extraños’, esa habilidad que nos gusta tanto reconocerla y sacarla a relucir como muy argentina, la de la ‘viveza’, bien entendida y aplicada, para el deporte); al medio scrum que también haga un paneo visual (de 360° de ser posible) antes de abrir la pelota (y/o decidir ‘mandarse’ él); a que hagan una ‘lectura’ de juego, a que piensen y traten de anticiparse a la jugada (por el ciego somos tres contra dos si salgo rápido y tomo al primero…, pero a su vez si corro demasiado torcido encierro y quito espacio y tiempo a mis compañeros y si no lo hago ya me toma un tercera que se ‘aviva’…, o percibe que el wing abierto está demasiado retrasado (o mal ubicado al fin) y para colmo ya en la primera que lo probamos de aire dio ‘ventajas’…,…); a que aprendan (y asuman el ‘riesgo’, hay que animarse!, y aquí también se ve el componente actitudinal también) a ‘abortar’ una jugada, a que se pruebe con ese kick ‘quirúrgico’ entre las espaldas de los centros y a su vez fuera del alcance del full back que en su intento desesperado porque no pique queda ‘pagando’ y o le hacen un ‘fácil’ dos uno o lo eluden sin mucho esfuerzo o pericia, más por no llegar a frenarse a tiempo que por mérito del atacante. Se los estimula e incentiva a que sean creativos, innovadores (aparte por su puesto de la ‘cuota’ que les viene regalada de nacimiento). De ahí que el exitismo ciego llegue a tildarlos de ‘distintos’. Sí, son distintos en esto, pero entonces también es distinto el pilar derecho de 125 kgs que se mata antes, durante y después del partido, dentro y fuera de la cancha, para que ese ‘distinto fácilmente identificable y opinable’, se luzca con la pelotita conseguida por el ‘gordo sacrificado’ (y que no ‘luce’ tanto y por ende no se opina tanto, o más bien se lo critica). Y así…….No, esto no nos enseña el rugby, para nada. Sí que cada uno aporta lo suyo, da de sí lo mejor que tiene y que trata de ir mejorando en el tiempo, para componer un todo, un verdadero equipo!.

Siguiendo con la línea de la creatividad o de la vistosidad del juego, también se habla de pase ‘al vacío’ (sorpresivo, aparentemente a la nada y sin mirar, y que aparece de la nada ese jugador que rompe con la defensa ‘adueñándose’ de ese hueco generado por la ‘cabeza’ del equipo). O le agregan sobre la marcha a la jugada un ‘plus’ creativo, como por ejemplo en el simple y viejo conocido salteo y relevo (o redoble), condimentar con la entrada (concreta o en falso) del full back y/o wing ciego por adentro (el jugador que redobla va por afuera a buscar el pase y se la cuelgan adentro al wing o ‘cortita’ al full back que entra bien derecho y casi rozándolo al compañero que se la pasa); en fin, un sinnúmero de variantes o combinaciones que ofrece este lindísimo deporte como ningún otro (porque encima a esa incursión del ciego, siguiendo con el ejemplo de la jugada anterior, le puede agregar que ni bien tomada la pelota intente un rastrón corto, o un sombrerito evadiendo de esta forma esa zona ‘caliente’ de tackle, o en vez de entrar a romper, pasa la pelota hacia afuera ya una vez logrando haber frenado en cierta manera la marca que venía ‘deslizando’ que se ‘come’ la falsa entrada,………..) Como verán o podrán haber disfrutado de todo este vastísimo repertorio adentro de la cancha, no puede no ser el rugby, apasionante, vistoso, técnico y con una cuota altísima de adrenalina al mismo tiempo, lo que lo torna, como repetimos una y mil veces, en un deporte distinto, o hasta en algo más que un deporte!

Así, los medios van decidiendo las acciones del juego, con prevalencia de más juego de manos y abierto, otras veces más cerrado, de forwards y/o con más uso (para algunos críticos muchas veces más que uso, abuso) táctico del pie, y como anticipábamos líneas arriba, todo este despliegue conforme o acogiendo a un lineamiento preestablecido o idea de juego del equipo, de la división en particular, o, lo que sería ideal y pocos ejemplos tenemos en el país por cierto, que todas las divisiones de un mismo club jueguen (o al menos intenten) a lo mismo. Porque así el jugador llega a plantel superior y, por lo menos en la parte técnica y táctica, no siente ningún paso o cambio marcado en lo que respecta al juego, más allá de, seguramente, ya no estar jugando con sus compañeros y amigos de toda la vida.

A estos dos medios o ‘del medio’ podríamos también decir, lo siguen muy de cerca en esto de pensar la cosa, el ocho (el hooker, dentro del pack, es otro de los que suele destacarse en este aspecto) y también el full back, puestos de mucha visión y posición (estar bien parado y en el momento justo), adentro de la cancha. Pero también el pilar traza o piensa su propio partido (ya comentábamos del ‘partido aparte’ de los primeras líneas y sobre todo de los pilares en la nota sobre el scrum), el segunda se va midiendo con el de enfrente en el line y en las móviles y ya está atento y preparado para la próxima pulseada tanto en las alturas como en alguna móvil o pelota suelta por disputar, y en esto último aparecen los terceras sacando chapa de ruedas de auxilio permanente, fuente inagotable de solidaridad para con el resto de sus compañeros, puesto lindo y demandante si los hay (con sus diferencias complementarias entre las tareas específicas del 6, 7 y 8). De los backs podemos apuntar que no sólo el 9 y el 10 deciden el juego del resto (más lo que acotamos del 15), cada jugador, con o sin pelota, está pensando y tiene que resolver sobre la marcha y si bien muchas veces tiene el ‘libreto que lo acaba de relojear abajo del brazo’ (la jugada ya cantada por el apertura), frecuentemente se da en la práctica que en el juego  general sobre todo, tiene que ejecutar no solo sobre la marcha (a la carrera y muchas veces a gran velocidad de piernas), sino que también, y por consiguiente, en un lapso muy breve de tiempo.

Es más o menos fácil de afuera, desde el costado de la cancha, sentado en la tribuna (con todo el derecho que uno pueda tener de opinar y comentar con el de al lado) o bien de ‘algún lugar con cierta autoridad’, sea desde el micrófono, la pluma o la palabra, decía, es relativamente fácil hacer observaciones en cuanto a las buenas o malas decisiones de los rugbiers en cuanto al juego, pero hay que saber hacerlas y lo más importante, los entrenadores, saber llegar y transmitir. Ese arte del buen entrenador de ni adular ni retar sobremanera. Decirlo de buena forma y oportunamente, corregir, sí por su puesto, pero nunca desacreditando ni mucho menos ofensiva ni burlonamente. Ni tampoco, ya en la vereda de enfrente, poco menos que endiosar a un joven de apenas 17 o 18 años (o tal vez menos aún) por más talentoso o Juani Hernández que pinte, porque seguramente sea mucho más el daño que el ‘beneficio’ que le estemos ‘hipotecando’ a futuro.

Muy bien amigos lectores de tercer tiempo rugby, gracias una vez más por leer estas líneas y espero les sirvan tal vez para prender en algún huequito de vuestra ‘biblioteca ovalada’.

Muchas gracias y hasta la próxima!

Por Mariano Lemoine, desde Mendoza, especial para Tercer Tiempo –  marianolem@hotmail.com

Opinión

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