Luego de ver el partido de Los Pumas ante los All Blacks por la tercera fecha del Rugby Championship, desde Wellington, he terminado de elaborar mi percepción en el sentido que los referees internacionales aplican tres reglamentos. Uno para los neocelandeces, otro para sus rivales y un tercero para Richie Mc Caw. Ricardo Bordcoch *
Ya no tengo dudas en cuanto a la permisividad del panel internacional de referees con respecto a los neocelandeces pero mas aún con relación a la tolerancia hacia las acciones de Mc Caw.
Este último tiene el derecho de entrar por el costado de las formaciones, tirarse sobre la situación de tackle, bloquear el ingreso de sus rivales a la zona de tackle, levantarse del scrum antes de tiempo, y otras maniobras similares sin penalización.
Quiero dejar en claro que no culpo al referee por el resultado de este sábado, ya que el triunfo de los blacks fue juesto, aunque más amplio de lo merecido, puesto que el segundo try neocelandés exigía al menos una constatación mediante el videoref puesto que a mi juicio hubo un pase hacia adelante de al menos dos metros. Pero el referee decidió convalidar el mismo sin hesitación cuando no se hallaba en la mejor posición para ello.
Podríamos hablar de prejuicios de parte de los referees, por cuanto nuestro paìs es un recién llegado al torneo, pero rápidamente me asalta el recuerdo de la final de la Copa del Mundo, cuando el referee sudafricano Craig Jouvert sentenció con sus desacertadas decisiones el destino del encuentro en favor de los locales y en abierto detrimento de Francia.
Tampoco puedo omitir las desafortunadas críticas pronunciadas públicamente por el entonces manager de referees del IRB el neocelandés Paddy O’Brien en contra del referee australiano Stuart Dickinson luego de un partido en que los franceses derrotaron a sus compatriotas en lo que significó un pico en esta tendencia.
Esto no es otra cosa que la consecuencia directa de los cambios introducidos a finales de 2005 en el Comité de Selección de Referees del IRB que implantó un sistema que habría de tener una gran trascendencia en el rugby mundial, ya que los referees se manejan a sí mismos, con lo cual han terminado por poner en funcionamiento un mecanismo que los satisface pero no sirve al juego.
Hoy campea la subjetividad en la actividad de los referees y ellos mismo son quienes se evalúan, de modo que han implantado una especie de corporación que satisafce sus intereses pero no los del juego.
Los referees constituyen un eslabón esencial del juego, pero la evaluación de sus desempeeños no debe ser dejada en suis propias manos, sino en las de otras personas que tengan un interés superior, que no se encuentre supeditado a los de la comunidad referil sino del juego en general.
Hoy ha sido designado un nuevo manager de referees, el francés Joel Jutdge, y resulta justificado abrir expectativas en el sentidoo que rectifique el actual estado de situación, aunque ressulta difícil si tenemos en cuenta que los miembros del comité son referees prácticamente en actividad cuyo interés es el de mantener el statu quo y de ninguna manera cambiar el destino de la actividdad.
La UAR debería reclamar formalmente ante el Comité de Referees del IRB el trato discriminatorio que sufre de parte de los referees del panel, ya que objetivamente resulta obvio que no se aplican parámetros equivalentes para juzgar conductas similares, provocando un indeseable desiquiliibrio en las decisiones.
Este es un viejo tema en el deporte, pero la obviedad de lo que vengo explicando justifica una acción política destinada a corregir los desajustes en las decisiones de los referees del panel internacional en contra de algunos de los participantes y en innecesario beneficio de equipos que por sus propias virtudes no debieran necesitar del auxilio de los referees para ser exitosos.
* Presidente de Universitario de Córdoba, ex miembro de la UAR, ex árbitro internacional.