El resultado final del partido – 27 a 6 – y las circunstancias que lo rodearon podrían hacernos suponer una marcada superioridad del equipo de Sudáfrica. Ello es así porque además de la holgura en el tanteador, los Springboks marcaron tres tries y nuestros Pumas no tuvieron siquiera una solo situación concreta para vulnerar el ingoal contrario. Sebastián Perasso
Sin embargo, si descomponemos este juego tan complejo y analizamos las estadísticas en los distintos rubros, se puede observar que hubo una gran paridad entre ambos conjuntos.
Veamos.
El equipo argentino tuvo muy buenos inicios de juego (scrum, line out, salidas) representado por un porcentaje de efectividad casi perfecto (solo perdió una pelota en la hilera).
En lo relativo al mantenimiento de la posesión, Argentina logró contar con ciclos de posesión más extensos que el rival, ya que Los Pumas superaron seis veces las cinco fases mientras que el oponente superó esa marca solamente en cuatro oportunidades.
Por otra parte, y como otra muestra de paridad, ambos equipos contaron con similares porcentajes en lo que hace a dominio territorial y posesión de la pelota.
Entonces, ¿dónde estuvo la gran diferencia?
Lisa y llanamente en la capacidad para marcar puntos. Sudáfrica transformó en tries cada una de las oportunidades que tuvo y contó además con un pateador de la categoría de Morné Steyn, que alcanzo un 100% de efectividad en los envíos a los palos. Por su parte, el equipo argentino, dilapidó nueve puntos, producto de tres penales errados desde posiciones favorables, al comienzo de la segunda etapa.
Como dato estadístico cabe aclarar que la mayoría de los puntos sudafricanos se sucedieron por fallas u errores previos del equipo argentino. Pero, a decir verdad, no hay equipo en el mundo que reduzca sus errores a cero si es sometido a constante presión. En partidos de alta intensidad como los del Rugby Championship es imposible que el equipo no cometa errores y alcance la perfección.
Argentina mostró una actuación convincente, tuvo control de la pelota en las situaciones de contacto, contó con una organización defensiva que pocas veces fue desbordada y desarrolló movimientos interesantes intentando prevalecer. Sudáfrica, en tanto, fue tremendamente pragmática. Como se dijo, cuando llego a las puertas del ingoal rival se fue con puntos.
En síntesis, un comienzo sumamente alentador que deja solo un interrogante. Si el equipo argentino pretende hacerse fuerte a partir de una defensa organizada y pasional como la que siempre exhibe, deberá contar con un pateador tremendamente certero a fin de poder transformar en puntos cada situación que le sea propicia.