Un día para reflexionar y mantener el espíritu más vivo que nunca

Cada 7 de junio se torna un día particular para quienes llevamos esta profesión marcada a flor de piel. El día del periodista es especial porque tiene que ver con la conmemoración de un hecho real y concreto como la fundación de la “Gazeta de Buenos Aires” por parte de Mariano Moreno, allá por 1810.

Y aquella Primera Junta de Gobierno estableció por decreto el lanzamiento de ese periódico semanal, debido a la necesidad de mantener al pueblo informado y por el derecho de los ciudadanos a estarlo.

Hoy, cuando han pasado más de 200 años del señalado hecho y con tantas cosas que cambiaron a nivel global, la esencia del periodismo todavía continúa siendo la misma. Más allá de los intereses, la censura, los matices, las carencias, las exigencias y el avance de la tecnología que nos urge, el ideal de quienes sentimos una verdadera pasión por esta profesión es idéntico al de la Argentina de Moreno.

Ante todo, el periodista es un trabajador. Un “laburante” que no entiende de días hábiles o no hábiles. Que no tiene horarios. Que rara vez le es significante un feriado y que muchas veces relega hasta los tiempos de su propia familia a cambio de ir en la búsqueda de la verdad, con el afán de dar a conocer algo nuevo, trascendente e imprevisto.

Adaptados a los tiempos que corren en la era de la comunicación, los smartphones y las redes sociales, consideramos que el oficio que ejerce un medio y el rol de un periodista va mucho más lejos que publicar una imagen en una plataforma virtual y contar un hecho puntual. Creemos que son muchos los elementos con los que cuenta el periodista en la actualidad y he ahí la caracterización del “periodista 2.0”. Es cierto, todo suma como herramienta. Sin embargo, somos conscientes de la mayor responsabilidad que conlleva nuestro trabajo, que requiere transparencia y el respeto a ciertos parámetros éticos. Creemos también que es una obligación moral brindar una información veraz y segura tras acudir a fuentes concretas o presenciar un acontecimiento.

Por más que existan las universidades, así como “tener un piano no te convierte en pianista”, no cualquiera es periodista. Eso envuelve, vocación, carácter y una suma de compromisos. Estar alineado a diversas normas.

En un presente complejo como el que se vive, con aprietes, precarización, agravios y falta de respeto, es clave que la llama no se apague nunca. Continuar trabajando con dignidad y la frente en alto. Nada como tener la conciencia tranquila. Que el entusiasmo siga vivo y que la profesión se enaltezca, hoy y siempre. Con diaria dedicación, hagamos y ayudemos a que así sea.

Opinión