Con el transcurso de cada edición de los Juegos Olímpicos, suele ser habitual que cada quien se entusiasme o busque conocer más en profundidad a una determinada disciplina que antes desconocía. En muchos casos, sucede por curiosidad o en otros, a raíz de una notable participación argentina.
En este caso en la cita de Tokio, el seleccionado nacional de Seven tuvo una sobresaliente performance y alcanzó el tercer lugar, en lo que fue su segunda participación.
Para muchos espectadores el rugby reducido resultó una novedad. Sin embargo, en Entre Ríos su cultura está arraigada desde hace varias décadas, se asentó con la llegada del Seven de la República a Paraná en 1998 y se vanaglorió con ocho jugadores de la provincia que supieron vestir la casaca del representativo argentino.
“¿Por qué a ustedes los entrerrianos les gusta tanto el Seven?”, le consultaba a este Medio hace algo menos de un año, el actual entrenador argentino, Santiago Gómez Cora. Y la respuesta, radicó en la historia de una Unión chica, pero con un espíritu de Seven muy grande.
SÍMBOLOS
El paranaense Ricardo Annichini es un referente del rugby provincial. De eso no hay dudas. Un 16 de julio de 1983, el back surgido del Club Atlético Estudiantes debutaba en el seleccionado argentino mayor y se convertía en el Puma número 377.
No obstante, el wing que fuera parte de la primera victoria de Los Pumas sobre Francia, en 1985, también dejó su marca en el Seven y no solo de Entre Ríos, sino también de la Unión Argentina de Rugby.
Uno de sus momentos memorables se dio en el Seven de Hong Kong, el torneo de la especialidad más espectacular del mundo. Chani hizo lo propio en marzo de 1987, cuando Argentina se impuso sobre Islas Salomón (18-8) y ante España (12-10), pero en los cuartos de final perdió con Australia (28-0).
En tanto, si de referentes entrerrianos se trata, es inevitable hablar de Martín Gaitán, que de hecho, fue el único jugador de la provincia en ser campeón del mundo, epopeya que se diera el 30 de marzo de 1997 en el último Torneo de la otrora FIRA para Menores de 19 años, disputado en Buenos Aires.
En 2001, la Copa Mundial de Seven tuvo lugar en Mar del Plata y allí, el ‘Negro’ fue de la partida junto a los mejores exponentes argentinos que representaron al país.
En aquella ocasión, el jugador surgido en el CAE, que supo además vestir la casaca de Los Pumas, el CASI y el Biarritz francés, tuvo el privilegio de afrontar el certamen de principio a fin.
Asimismo, el ex referee Víctor Maximiliano Rabuffetti impartió justicia en un campeonato que tuvo un gran trabajo operativo de la dirigencia entrerriana de aquel entonces, encabezada por Eduardo Tenca.
Por su parte, dos que también establecieron su sello entre los entrerrianos del seven argentino fueron Emanuel Uranga y José Raiteri.
Uranga, nacido deportivamente en Estudiantes y con paso por La Tablada, fue citado al elenco argentino en la temporada 2002, de la mano del DT Hernán Rouco Oliva.
Aquel plantel, que contaba además entre sus filas con figuras de la talla de Juan Martín Hernández, Santiago Gómez Cora, José María Núñez Piossek y hasta el propio Martín Gaitán, llevó adelante una gira por África y Oceanía, en el marco del Circuito Mundial de Sevens.
“Desde siempre quise llegar a ser Puma y esta nominación me pone frente a algo muy grande. Trabajo mucho y el objetivo es agregar minutos en cancha. Estoy muy contento”, había sintetizado el back en ese momento.
Mientras que Raiteri, también del seno del CAE, con trayectoria en el Club Atlético San Isidro, integró Los Pumas 7’s al año siguiente que Uranga, convocado por el ex entrenador del seleccionado principal, Daniel Hourcade. Fue parte del Seven de Dubai, George y Brisbane.
LA NUEVA CAMADA
Casi una década pasó hasta que un jugador entrerriano volviera a competir para Los Pumas 7’s, más allá de que en el medio, a algunos les tocó ir a trials para poder ser elegidos en listas definitivas.
Tras el Mundial Juvenil 2010, que se desarrolló en Rosario, Santa Fe y Paraná, llegó el tiempo con el Seven argentino de Javier Ortega Desio y Martín Chiappesoni. Ambos fueron vitales en el plantel nacional durante varias temporadas. En el caso de Ortega Desio, el juego reducido lo catapultó además a Los Pumas.
En 2015, Nicolás Coronel, flamante campeón con el Rovigo en el rugby italiano, tuvo la chance de jugar junto a Los Pumas 7’s distintos torneos continentales y el Circuito Mundial, así también como con Pampas 7, el Seven de Punta del Este.
Por su parte, en 2018 llegó el turno de quien hasta ahora es el último entrerriano en haber lucido la casaca del seleccionado argentino de juego reducido: Juan Segundo Rosas Paz.
“Fue una gran experiencia. Disputé torneos con la mayoría de los jugadores que ahora nos representaron a todos los argentinos en los Juegos Olímpicos. Es un gran grupo, que basa todo en la disciplina, la humildad y el trabajo”, deslizó.
CLÁSICOS
Además del Seven de la República, la geografía entrerriana presenta otros certámenes que son una tradición. El Seven del Plumazo, la gran fiesta que se vive sobre el cierre de año en el anexo del Club Atlético Estudiantes, es infaltable desde hace casi 15 años.
Mientras que a nivel playero, el Club Universitario de Concepción del Uruguay tiene el certamen de arena más añejo del país, desde 1987. También está el Seven del Lago en Concordia, el Seven del Cordero en San Jaime de la Frontera, el Seven del Arrozal en San Salvador, el de los Carnavales en Gualeguaychú, la Copa Ciudad de Amigos en Chajarí, entre otros.
De algún u otro modo y más allá de no tener representación en el actual plantel olímpico, el rugby entrerriano aportó su granito de arena a esta elogiable actuación y con proyectos a duraderos, a largo plazo, buscará ir por mucho más.